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Frases de Goethe en el día de su muerte

Johann Wolfgang Goethe fue un dramaturgo, poeta y novelista alemán. Representó al romanticismo y se le conoce por diversas obras como “Fausto”, “Wilhelm Meister” o “Prometeo”. Hoy le rendimos homenaje con las frases de Goethe en el día de su muerte.

Su obra inspiró a muchos otros autores y además nos dejó diversas reflexiones de su vida y de muchos otros temas que recogemos.

Hay una diferencia entre vivir con alguien y vivir en el. Hay hombres en los que se puede vivir sin vivir con ellos, y viceversa. Unir ambas cosas solo les es dado al amor y a la amistad más puros.

Al entrar en contacto con un color determinado, éste se sincroniza de inmediato con el espíritu humano, produciendo un efecto decidido e importante en el estado de ánimo.

El niño es realista; el muchacho, idealista; el hombre, escéptico, y el viejo, místico. Frases de Goethe.

Los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán; los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen.

Dichoso aquél que recuerda con agrado a sus antepasados, que gustosamente habla de sus acciones y de su grandeza y que serenamente se alegra viéndose al final de tan hermosa fila.

Lo que se hereda de los padres, has de ganarlo para llegar a hacerlo tuyo. Lo que no se utiliza se convierte en pesada carga; sólo lo que el instante crea puede ser usado por este.

Hay ocasiones en que no comprendo cómo puede amar a otro hombre, cómo se atreve a amar a otro hombre, cuando yo la amo con un amor tan perfecto, tan profundo, tan inmenso; cuando no conozco más que a ella, ni veo más que a ella, ni pienso más que en ella.

Cierto es que en el taller del pensamiento ocurre como en la obra maestra de un tejedor, donde un solo impulso mueve a la vez mil hilos. La lanzadera se pone en marcha, va de arriba abajo y de un solo golpe da lugar a mil tramas.

Cuanto hacemos tiene consecuencias. Pero no siempre lo justo y razonable produce consecuencias felices, ni lo absurdo consecuencias desfavorables, sino que a menudo acontece lo contrario.

¿Por qué aquel tiempo, cuyo recuerdo me mata, era para mí tan dichoso? Porque entonces yo esperaba, confiado en que el cielo no me olvidaría, y recogía las delicias con que me embriagaba un corazón lleno de reconocimiento.