Ésta es la verdadera razón por la que la ropa de los cirujanos siempre es verde o azul
Cuando pensamos en un quirófano, lo más habitual es imaginar a los cirujanos con ropa de color verde o azul, rodeados de luces intensas y un ambiente aséptico. Lo que tal vez no sepas es que el color de esa ropa no ha sido elegido al azar, ni es una cuestión de moda o tradición. Detrás de esa elección hay décadas de experiencia médica, estudios científicos y una intención muy clara: mejorar la precisión visual durante las intervenciones quirúrgicas. Aunque en la actualidad nos parezca algo normal, no siempre fue así.
Hubo una época en la que tanto la indumentaria de los cirujanos como las paredes de los quirófanos eran blancas. Parecía lógico: el blanco simboliza limpieza, esterilidad y pulcritud. Sin embargo, esa decisión estética terminó siendo contraproducente. A lo largo del tiempo, se descubrió que el color blanco, en determinadas condiciones de iluminación, podía generar problemas visuales que afectaban directamente al rendimiento de los cirujanos.
¿Por qué la ropa de los cirujanos no es blanca?
Durante buena parte del siglo XX, la ropa blanca era el símbolo por excelencia del entorno sanitario. No sólo los médicos llevaban batas blancas, también las enfermeras, y los quirófanos se pintaban de ese color. Se pensaba que el blanco ayudaba a detectar manchas, facilitaba la limpieza y aportaba una imagen de pulcritud y profesionalismo.
Pero, en la práctica, no todo era tan funcional como parecía. La luz que se utiliza en los quirófanos es muy intensa, y el problema es que esa luz, al reflejarse en superficies blancas, genera brillos y destellos molestos. Esta combinación resulta visualmente agresiva y, con el tiempo, produce fatiga ocular. Para un cirujano que pasa horas centrado en una operación, esto puede tener consecuencias devastadoras.
Además, el blanco no ofrece un buen contraste frente a los tonos intensos que predominan en el cuerpo humano durante una intervención. La sangre, los órganos, los tejidos… todo se mueve en la gama del rojo, un color que no resalta ni se diferencia con facilidad sobre un fondo blanco.
Fatiga visual e ilusiones ópticas
La visión humana es extraordinaria, pero también tiene sus limitaciones, sobre todo cuando se somete a un gran esfuerzo. Durante una operación, los ojos de los cirujanos están expuestos durante horas a tonalidades muy saturadas, principalmente rojas, como la sangre o los órganos internos. Esta exposición constante acaba saturando la percepción del color.
Lo curioso es que, cuando la vista está saturada de un color dominante y se dirige de repente a una superficie blanca, el cerebro tiende a generar imágenes residuales o ilusiones ópticas. En este caso, el blanco comienza a verse teñido de verde o rosa, como si quedaran sombras flotantes. Estos efectos visuales no sólo son incómodos, sino que pueden interferir gravemente con la precisión quirúrgica, especialmente en operaciones complejas.
El cambio de color, por tanto, no fue una cuestión de estética o de imagen corporativa, sino una necesidad clínica. Se trataba de encontrar un color que redujera el impacto visual del rojo y ayudara a los cirujanos a mantener su atención sin que sus ojos se vieran afectados por reflejos ni distorsiones.
La solución estaba en el espectro cromático
La respuesta a este problema llegó gracias a la ciencia del color. En el círculo cromático, los colores que se sitúan en lados opuestos son los que ofrecen el mayor contraste visual. En este caso, el verde y el azul son opuestos al rojo, lo que los convierte en los aliados perfectos dentro de un entorno quirúrgico donde predominan los tonos rojizos.
El uso del verde o el azul como base para la ropa de lo cirujanos y las paredes del quirófano permite «descansar» los ojos. Al no reflejar la luz de forma agresiva, y al estar cromáticamente equilibrados con los tonos internos del cuerpo humano, estos colores ayudan a que los cirujanos mantengan una percepción más clara y precisa durante toda la intervención.
Además, estos colores minimizan el riesgo de ilusiones ópticas y contrastan bien con la sangre y los órganos, lo que facilita distinguir estructuras delicadas. Es una decisión que a simple vista puede parecer menor, pero que influye directamente en la seguridad del paciente y en la efectividad del equipo médico.
Un cambio que salvó operaciones
La transición del blanco al azul y verde no fue inmediata ni universal. Al principio, algunos hospitales seguían aferrados al blanco por costumbre o por falta de evidencia científica clara. Sin embargo, a medida que se fueron acumulando experiencias y estudios sobre la mejora en la fatiga visual y el rendimiento quirúrgico, se consolidó el cambio.
En definitiva, la ropa de los cirujanos azul o verde no es fruto del azar ni de una convención estética. Es el resultado de años de observación, investigación y mejora continua en la medicina. Se trata de una decisión profundamente funcional que ayuda a reducir la fatiga ocular, mejora el contraste visual durante las intervenciones y disminuye los errores causados por ilusiones ópticas.
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