Destroza el corazón y nos da igual: la salsa que odian en el extranjero y que no paramos de consumir en España


En la cocina española, pocas cosas resultan tan imprescindibles como una buena salsa para acompañar cualquier comida. Desde unas patatas bravas hasta una ensaladilla rusa, el sabor se realza gracias a estos condimentos que, además de aportar textura y carácter, se han convertido en un clásico dentro de muchos hogares. Entre las más queridas, sin lugar a dudas, se encuentra la mayonesa. Su cremosidad, sabor y versatilidad la han convertido en la favorita en muchas mesas. Sin embargo, lo que aquí se considera un placer gastronómico cotidiano, en otros países es motivo de alerta sanitaria.
A pesar de su popularidad, numerosos expertos en nutrición advierten sobre los efectos negativos que puede tener su consumo frecuente, especialmente en su versión industrial. Mientras que en España el amor por estas salsas no parece tener límites, en otros países las autoridades sanitarias insisten en moderar su ingesta o incluso en evitarlas por completo. El motivo no es otro que los ingredientes poco saludables que suelen contener: exceso de grasas, altos niveles de sodio y azúcares añadidos, los cuales pueden dañar seriamente la salud cardiovascular.
Esta salsa es una bomba para el corazón
Según el informe anual de Consumo Alimentario en España elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, durante el año 2024 se observó un aumento del 4% en la compra de salsas en los hogares españoles.
Desde la Agencia SINC, especializada en ciencia y salud, han emitido advertencias sobre el perfil nutricional de estas salsas, en especial las versiones industriales. La mayonesa, junto con otros aderezos como el kétchup o las salsas para ensaladas, contiene ingredientes que pueden tener consecuencias negativas si se consumen con demasiada frecuencia.
Las salsas industriales se suelen elaborar con grandes cantidades de azúcar, grasas saturadas, aceites refinados y sal. Estos componentes, cuando se ingieren en exceso, pueden provocar problemas relacionados con el colesterol, la presión arterial y el sobrepeso. En conjunto, estos factores incrementan considerablemente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Por eso, mientras en España se consumen con naturalidad, en países del norte de Europa, como Lituania o Suecia, se promueve reducir o eliminar el uso de estos productos. En muchos de estos países, las campañas de concienciación sobre la alimentación saludable apuntan directamente a este tipo de salsas como uno de los enemigos silenciosos de la salud del corazón.
Alternativas más saludables
Sin embargo, renunciar por completo al sabor de la mayonesa no es la única opción. Existen maneras de seguir disfrutando de esta salsa sin comprometer la salud. Una de las más recomendadas por nutricionistas y chefs es la elaboración de salsas, especialmente de la mayonesa, en casa. Al prepararla uno mismo, se puede controlar la cantidad y calidad de los ingredientes, prescindiendo de conservantes, estabilizantes, colorantes y otros aditivos químicos.
La receta tradicional es muy sencillae: un huevo, aceite de oliva o de girasol, una pizca de sal y unas gotas de zumo de limón. Basta con batir todos los ingredientes con una batidora hasta conseguir la textura deseada y guardarla en la nevera. De esta forma, se obtiene un producto mucho más natural y, si se consume con moderación, bastante más saludable que su homólogo industrial.
Además de hacer la mayonesa en casa, existe la posibilidad de sustituirla por otros condimentos igual de sabrosos pero con un perfil nutricional más equilibrado. El hummus, por ejemplo, elaborado a base de garbanzos, aceite de oliva y tahini, es una excelente fuente de proteínas vegetales y grasas saludables. También está el yogur griego natural, que aporta cremosidad y un ligero toque ácido, ideal para combinar con verduras o ensaladas.
La mostaza, especialmente si es baja en azúcar, también es una buena alternativa, y se puede mezclar con miel para lograr una salsa sabrosa sin necesidad de recurrir a productos más calóricos. Estas opciones no sólo ayudan a mantener una dieta más equilibrada, sino que además aportan variedad al menú diario y permiten explorar nuevos sabores.
Enfermedades silenciosas
Una de las razones por las que las autoridades sanitarias de otros países desaconsejan el consumo regular de salsas como la mayonesa industrial es que los efectos de sus ingredientes no suelen notarse de forma inmediata. Es decir, no producen dolor o malestar instantáneo, sino que su efecto es acumulativo y puede derivar en problemas de salud años después.
El exceso de grasas trans, de sodio o de azúcares añadidos está estrechamente vinculado con enfermedades como la hipertensión, la diabetes tipo 2 o la arteriosclerosis. De ahí que, desde una perspectiva preventiva, se insista tanto en limitar la ingesta de estos productos, especialmente en personas con antecedentes familiares o factores de riesgo.
En definitiva, la mayonesa y otras salsas procesadas no son el enemigo en sí, pero sí pueden convertirse en un problema si se abusa de ellas. La solución pasa por preparar nuestras propias salsas, buscar sustitutos saludables y estar atentos a lo que ponemos en nuestro plato.