El Museo de Bellas Artes de Bilbao confía su ampliación al prestigioso arquitecto Norman Foster
Norman Foster vuelve a ser protagonista de una de las ampliaciones museísticas de nuestro país. El arquitecto ha presentado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao el avance de la redacción del proyecto para su ampliación.
Foster ha citado una de las obras emblemáticos de la pinacoteca –El puente de Burceña, de Aurelio Arteta– como una metáfora que sitúa en la comprensión del pasado uno de los puentes fundamentales para poder construir el futuro. El acto ha contado con la presencia de Unai Rementeria, diputado general de Vizcaya y presidente del Patronato del museo; Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco; Juan Mari Aburto, alcalde del Ayuntamiento de Bilbao; así como de otros representantes del Patronato, del jurado del concurso de arquitectura para la ampliación y del Programa Corporativo del museo, entre otros.
La hoja de ruta de esta importante intervención arquitectónica quedó fijada el 11 de diciembre de 2018 en el Plan Estratégico 2019-2022, aprobado por el Patronato con los objetivos de impulsar la modernización organizacional y la ampliación física de la institución. En esta nueva visión estratégica, la actuación de mayor calado es la ampliación de unos 8.000 m2 del espacio operativo del museo, con un presupuesto de 18.658.200 euros y un plazo de ejecución de 45 meses.
El primer paso para su consecución fue la convocatoria el 11 de febrero del concurso de arquitectura, realizado gracias a la financiación de BBK, Patrono de Honor del museo. De los 57 equipos admitidos en la primera fase, el jurado resolvió los seis finalistas el 8 de abril. Finalmente, el 23 de julio se anunció el fallo del concurso a favor del proyecto con el lema “Agravitas”, presentado por Foster+Partners + LM Uriarte Arkitektura, y tanto el proyecto ganador como los finalistas estuvieron expuestos al público entre el 29 de julio y el 6 de octubre.
La idea conductora es recuperar el protagonismo del edificio de 1945 restableciendo su entrada original. Sobre las instalaciones existentes, se proyecta un espacio de dimensiones únicas que de forma respetuosa se asienta sobre los edificios de 1945 y 1970, dotando al museo de nuevas galerías en una única planta diáfana y flexible. La intervención, además, convierte la Plaza del Monumento a Arriaga en el nuevo corazón del eje vertebrador del museo.
En su dictamen, el jurado resumió así las fortalezas del proyecto: “Tecnológica en su imagen, humanística en su enfoque y ecológica en su sostenibilidad, la propuesta aúna calidad arquitectónica, sensibilidad urbana y responsabilidad social para levantar un hito luminoso y leve en el corazón histórico de Bilbao”.
Por su parte, Unai Rementeria ha destacado las más que notables mejoras en la funcionalidad y visibilidad del museo al condensar en un solo volumen el plan de necesidades, así como su consideración hacia los visitantes y la enorme sensibilidad ambiental de un proyecto al servicio de la ciudadanía.
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