Cultura
El Foco de María Zabay

Iván Sánchez: «Lo que siempre me ha movido es la necesidad de conocer»

"Lo que siempre me ha movido es la necesidad de conocer", dice el actor

En una mañana calurosa de agosto, Iván Sánchez llega puntual al plató de OKDIARIO. Lo hace con una sonrisa —hay que reconocerle el mérito: la mayoría de los mortales, después de pasar por un Consulado, necesitarían una siesta—. Cuando usted lea esto estará en México; hace apenas una semana regresó de Canarias, donde ha pasado buena parte del verano grabando una comedia con la que asegura no ha parado de reírse. Su agenda es frenética, pero parece sobrellevarla sin demasiado drama.

Ha sido desde médico de urgencias del Samur en la mítica serie Hospital Central, hasta contrabandista o el mismo Miguel Bosé. Actor y productor, Iván Sánchez lleva la interpretación en las venas. Descubrió su pasión cuando una amiga lo llevó a una sala de teatro. Antes de eso, su vida había sido otra: un chico de Madrid, criado en Móstoles, entre deportes y juegos, que difícilmente habría imaginado acabar en un escenario. A los 17 años, una tía lo llevó a hacerse unas fotos, y aquella anécdota banal (como tantas que marcan un destino) abrió la puerta a las mejores campañas y pasarelas internacionales.

La moda fue el acceso a un mundo nuevo, un descubrir tendencias, países, culturas; en definitiva, aprender, aunque al final todo el glamour de los focos terminó siendo sólo un preludio de lo que de verdad sería. Actor. La interpretación era el verdadero centro de gravedad.

«Lo que siempre me ha movido es la necesidad de conocer», dice. Una confesión que suena noble y que explica sus viajes constantes desde hace décadas. Como lugar para vivir, se queda con España, y reconoce que hay países que le han «volado la cabeza»: Islandia, Japón, Egipto. París ocupa un lugar aparte. La ciudad de sus veinte años, la década de los comienzos, de la transformación, de la ilusión.

Su formación pasó por las manos de Adam Black, a quien reconoce como maestro. «Él es la persona que me creó como actor y me hizo amar esta profesión». Le gusta ensayar en voz alta, preparar el papel con alguien que le devuelva la réplica. Rechaza la idea de que para contar una historia haya que sufrir. Lo suyo es pasión y entrega, no martirio. Una declaración saludable, en un oficio donde abunda la autodestrucción.

Romántico declarado, asegura creer en el amor. No es poca cosa en un tiempo en que incluso esa palabra parece pasada de moda. En su primera novela, hablaba de él y de sus fases. Y nosotros lo hacemos con él en esta entrevista.

También hablamos de su faceta de escritor, sus inspiraciones y maneras de crear. Acaba de terminar su segunda novela. Desvela que en ella, mezcla muchas de sus obsesiones: arqueología, relaciones humanas, Egipto, París, Oriente Medio… Un viaje literario para reflexionar sobre cómo el origen condiciona el futuro.

Su compromiso más íntimo está con la infancia. Le duele ver a niños en condiciones de abandono y pobreza. Colabora con fundaciones que intentan reparar lo irreparable: lo que unos padres irresponsables ya rompieron. Una tarea quijotesca que demuestra que el esfuerzo individual puede cambiar algo.

De niño, el libro que lo marcó fue El Hobbit. La metáfora era evidente: salir de un lugar pequeño, avanzar sin certezas, exponerse a lo desconocido. Décadas después, esa misma lógica lo sostiene. Viajar, actuar, escribir; la aventura continúa.