Cultura

La Feria de Castellón se despide con orejas para Cayetano y Varea en una tarde lluviosa

Los diestros Cayetano y Varea cortaron este domingo una oreja cada uno en el último festejo de la feria de Castellón, una tarde lluviosa que arrancó con una hora de retraso para poder acondicionar el ruedo, y en la que Finito de Córdoba dejó también detalles para el recuerdo.

Varea se destapó por fin ante sus paisanos. Todos vibraron con él, a excepción de uno, el usía, encargado de negarle la segunda oreja después de una excelente faena al gran tercero, un toro noble y repetidor al que el de Almassora cuajó de cabo a rabo.

Quizás le faltó creérselo más al principio, pero fue coger la mano izquierda y el toreo brotó de una manera colosal. El cadencia, la largura, la mano baja, la despaciosidad y el sentimiento se conjugaron en series de muy alto nivel. A derechas también hubo conjunción. Y los de pecho, largos y a cámara lenta, fueron, asimismo, cumbres.

La espada entró hasta los gavilanes, y el toro cayó sin puntilla en cuestión de segundos. La gente le pidió con fuerza el doble trofeo, pero el palco le negó la de la salida a hombros, dejando el premio en singular. La bronca que se llevó fue de órdago.

El sexto fue otro cantar. Un toro manso, bruto y sin clase, con el que Varea, que al igual que en su turno anterior dejó apuntes también muy toreros con el percal, hizo el esfuerzo para, al menos, justificarse.

Otro que tocó pelo en la tarde fue Cayetano. Lo hizo en su primero, segundo de corrida, al que toreó con regusto por el pitón derecho y con raza en un final de faena de alto voltaje. Gusto Cayetano, que dio una muy buena versión, eso y la eficacia con la espada le granjearon el trofeo.

El quinto ya no fue igual. Toro áspero con el que Cayetano tuvo que tirar del toreo accesorio para calentar.

Finito llegaba a Castellón en sustitución de Enrique Ponce y con la vitola de torero en sazón por su inmaculado y destacado paso por las Fallas de Valencia. Y, aun sin triunfar, volvió a dejar detalles para el recuerdo, momentos de su personal y aromática tauromaquia, especialmente frente al cuarto de corrida.

Fue éste un toro manso y rajado, con el que «El Fino», lejos de aburrirse con él, se enfundó el mono de trabajo para tratar de sujetarlo y, a base de mimo y ciencia, hacerle ir hacia adelante. Fue en ese momento cuando el torero de Sabadell (aunque cordobés de adopción) destapó el tarro de las esencias, con muletazos sobre ambas manos de exquisito aroma y bella firma.

Los adornos y remates también tuvieron sello propio. Tenía el triunfo en la mano, pero su mala espada se encargó de echarlo todo por la borda, igual que ya le había ocurrido en el primero de función, toro desrazado y muy incómodo, con el que Finito dejó algún detalle suelto de notable nivel.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de los tres hierros de la familia Matilla: Hermanos García Jiménez (tercero, cuarto y sexto), Olga Jiménez (primero y quinto) y Peña de Francia (segundo), desiguales de presentación y juego. El mejor, el tercero. Y también sirvió el segundo. El resto, deslucidos.

Juan Serrano «Finito de Córdoba», que sustituía a Enrique Ponce, silencio tras aviso y gran ovación tras aviso.

Cayetano, oreja y ovación.

Varea, oreja con fuerte petición de la segunda y ovación.

La plaza registró un tercio de entrada en los tendidos.