Agustín Ibarrola, el artista vasco que interviene la naturaleza se marcha el 20 de julio de Madrid

Agustín Ibarrola fue pionero de las acciones artísticas al aire libre en nuestro país y su obra está en la Galería Lucía Mendoza

Adiós a Agustín Ibarrola, el artista que maquillaba la naturaleza

agustín ibarrola
Agustín Ibarrola en la Galería Lucía Mendoza. @MV

Últimos días (hasta el 20 de julio) para ver la obra de Agustín Ibarrola (Basauri, 1930 – Galdakao, 2023) en la Galería Lucía Mendoza. La muestra evoca el universo creativo del artista en la naturaleza, presentando alrededor de cincuenta obras realizadas a partir de los años 80, un corpus de obra que reúne varias técnicas entre las que destaca la pintura. Estas piezas reflejan la madurez artística de Ibarrola y su profunda conexión con la naturaleza, en particular con el bosque que reconocemos como símbolo de retorno al origen.

Nacido en el seno de una familia de raíces obreras, Agustín Ibarrola formó parte de la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, celebrando su primera exposición individual en 1948. En 1956 conoció en París a los que formarían junto a él parte del Equipo 57. Años más tarde, en 1961, fue miembro del grupo de Estampa Popular y en 1993 recibió junto al resto de los integrantes de Equipo 57 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

Todo lo que aconteció en la vida de Ibarrola, fundamentalmente su compromiso con la pintura, con la creación, permanece de alguna manera en el Bosque de Oma, y por tanto, en las piezas que conforman esta exposición. Los árboles, las piedras, las traviesas y los lienzos presentan un único lenguaje: el estudio de la pintura como una constante. Una expresión que, a pesar de ser siempre la misma, atraviesa como una flecha blanca las diferentes etapas de la vida del artista.

Ibarrola dedicó gran parte de su dilatada trayectoria a la práctica de sus teorías estéticas en la naturaleza, llegando a intervenir todo lo que le rodeaba: su casa, su jardín y el bosque. Sus obras en el paisaje responden a una necesidad casi instintiva de seguir pintando, trasladando así sus inquietudes del lienzo a la naturaleza, entendiéndola como un nuevo soporte, ágil y flexible, en el que poder seguir trabajando sobre las mismas inquietudes pictóricas que le ocupaban ya en los inicios de su trayectoria.

La obra de Ibarrola se distingue por una simbología única y personal. En ella, las rayas blancas representan continuidad, uniformidad y verticalidad. También es característico y motivo de representación el pueblo vasco, sus tradiciones, sus valores, sus principios: sus habitantes, la montaña y el paisaje de su infancia, entre otros. Pionero de las acciones artísticas al aire libre en nuestro país, sus creaciones son, por tanto, un reflejo del amor que sentía por la naturaleza y de su visión de la pintura como expresión máxima de libertad.

En paralelo a la exposición en Lucía Mendoza, la galería José de la Mano organiza El grito de Ibarrola. Compromiso, lucha y libertad, una muestra enfocada en las primeras etapas del artista y la reivindicación de su compromiso social.

La pintura es el hilo conductor que da sentido y unión a una trayectoria en la que la teoría de la interactividad del espacio plástico -que hace referencia a los negativos-positivos conocidos, a la interrelación entre el fondo y la forma del Equipo 57- es el punto de origen conceptual sobre el que construye su obra.

Su aportación es muy valiosa, contempla su obra en espacios al aire libre desde una visión antropocéntrica por la que el hombre se convierte en punto de referencia fundamental de la estructura formal de la naturaleza. Ibarrola trasladó así su laboratorio, su estudio a la naturaleza, culminando su proceso de investigación y experimentación en ese ámbito del entorno natural.

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