La NASA buscará vida en un antiguo lago de Marte
Hemos sabido recientemente de los recortes que ha sufrido la NASA desde la administración Trump, lo que aleja su sueño de llegar al planeta rojo en una misión tripulada en la próxima década e incluso la siguiente. Sin embargo, no da su brazo a torcer y volver a buscar vida en un antiguo lago de Marte, ya que el mundo vecino tiene amplias posibilidades de haber albergado seres vivos en el pasado e incluso en el presente.
En particular, la agencia aeroespacial estadounidense se centrará en el cráter que se ha bautizado como Jezero, que tiene un diámetro de unos 40 kilómetros y que ofrece una serie de rocas y restos de un delta que, antaño, pudieron ser hogar de organismos antiguos.
El lugar elegido no ha sido baladí, puesto que se ha llegado a él tras más de cinco años de debate para saber en qué lugar del planeta rojo se debía aterrizar para tener más opciones de éxito en una misión que arrancará en julio de 2020.
Por qué buscar vida en un antiguo lago de Marte
Por los datos que tenemos actualmente, Marte debió tener agua en estado líquido hace más de 2000 millones de años. Es decir, que si hubo líquido elemento que, de hecho, todavía podría estar en lagos subterráneos muy salados en estado líquido, igual que está congelada en los polos, podría ser posible que también desarrollase vida hace tiempo.
No obstante, aunque hemos descubierto cañones y zonas que pudieron ser lagos, mares, océanos y deltas, las opciones para llegar a Marte son caras y costosas, por lo que hay que elegir muy bien el lugar de aterrizaje.
Ahora, los expertos de la NASA creen que el cráter Jezero puede ser un buen lugar para ello. Según explican los especialistas, antaño fue hogar de un antiguo río, por lo que podrían haberse conservado signos de microbios y moléculas orgánicas.
Si extrapolamos esta investigación a la Tierra, encontramos que los lagos de nuestro mundo son lugares excelentes para la formación de la vida. Así pues, igual que facilitan su aparición, también favorecen su conservación en forma de biofirma, así que, si nuestro planeta pereciese años en el futuro, una sociedad extraterrestre también podría tomar la misma decisión para investigar si alguna vez hubo vida aquí, aunque hablamos de un futuro muy lejano e hipotético.
El lago Jezero tuvo unos 250 metros de profundidad y gran variedad de rocas, desde arcillas a carbonáticas, por lo que es un lugar perfecto para estudiar la evolución marciana. Un espacio fantástico para entender qué tipo de vida se pudo haber engendrado y por qué se quedó en el cascarón desértico que es hoy en día.
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