Consiguen invertir el efecto del Alzheimer en ratones
El Alzheimer puede definirse como una de las enfermedades más dañinas que existen en la actualidad. La pérdida de recuerdos atormenta a millones de personas en el mundo sin poder hacer nada para revertir la situación. Sin embargo, un novedoso estudio ha conseguido dar la vuelta al proceso del Alzheimer por medio de una enzima llamada BACE1. Un descubrimiento que alimenta las esperanzas de miles de pacientes y del que te contamos los detalles a continuación.
Volver a recordar
Un grupo de estudiosos del Instituto de Investigación Lerner de Cleveland Clinic han dado a conocer uno de los descubrimientos médicos más importantes de los últimos años. El hallazgo se basa en una enzima llamada BACE1 que es capaz de revertir el proceso de Alzheimer por el cual se produce la formación de placas amiloides en el cerebro. Un experimento que se ha llevado a cabo en ratones consiguiendo unos resultados espectaculares e introduciendo una importante mejora en la función cognitiva de los roedores.
Los primeros pasos del Alzheimer basan sus procesos en una acumulación excesiva del pépido beta amiloide generando así placas en el cerebro que alteran las funciones neuronales. Pues bien, la función principal de la BACE1 se basa en producir péptido beta amiloide con la finalidad de evitar la creación de estas placas perjudiciales. Eso sí, esta enzima se define como una enorme carga para el cuerpo, por lo que pueden generarse efectos secundarios importantes que incomoden al paciente.
El experimento
La clave de esta investigación reside en un experimento, liderado por Riqiang Yan, en el que se diseñaron genéticamente ratones que perdían esta enzima a medida que pasaban los años. Posteriormente, los científicos provocaron que los roedores se reprodujeran con otros ratones que incluían en su organismo la enfermedad del Alzheimer. Los resultados fueron espectaculares. Los descendientes de estos ratones conformaron placas a los 75 días de vida, sin embargo, estas formaciones comenzaron a desaparecer a medida que pasaban los años. Finalmente, a los 10 meses de edad, los roedores no tenían restos de placas en su cerebro.
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