Así engañó Junqueras a Soraya: otro idilio que duró ‘un nanosegundo en el metaverso’
Oriol Junqueras, la eminencia gris del independentismo, vino bien enseñado de su estancia en El Vaticano para estudiar los archivos secretos de su famosa biblioteca y aprender nada menos que del todopoderoso Ratzinger. Lo suficiente para engañar a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, empeñada en lanzar una bienintencionada operación diálogo para desencallar la crisis política catalana.
El maquiavélico Junqueras dio cuerda a la vicepresidenta y se dejó querer. Pero sólo en apariencia. Un idilio que duró un nanosegundo en el metaverso, como reza la nueva física cuántica de Tamara Falcó. Fiel a las enseñanzas de la curia romana, el republicano interpretó perfectamente su papel y eligió el momento perfecto para que todo el mundo cayera en la trampa antes de romper el corazón a media España.
Con el Rey de cuerpo presente y Barcelona de escenario, la presunta operación diálogo se plasmó el 27 de febrero de 2017 en la inauguración del Barcelona World Mobile en una fotografía que era carne de portada: Junqueras y Soraya mirando al infinito del cielo y las manos del republicano descansando sobre los hombros de la mujer más poderosa de España en esos momentos.
Sin embargo, pocos meses después, aquellos meses de mensajes de whatsapp y promesas implícitas en negociaciones plagadas de sonrisas acabaron con un duro discurso del líder de ERC en el que destrozaba al Gobierno de la Nación y apostaba por la vía dura para conseguir la independencia de Cataluña. «Estado ineficiente y ruinoso que violenta los derechos de Cataluña», así describía Junqueras a España provocando un ataque de ira en La Moncloa tras semanas escuchando sus ataques -que luego se revelaron falsos- contra Puigdemont.
De nada habían servido los miles de millones habilitados por Guindos y Montoro -al que también cameló- para complacer las ansias de Cataluña, o mejor dicho de sus dirigentes. Aquel independentista que aparentaba ser la vía moderada y pragmática del separatismo se quitaba la careta y revelaba su verdadero rostro.