Cómo regañar a tu hijo adolescente
Los castigos como tal no serán muy efectivos ante un adolescente que se enfrenta constantemente a los límites que hayamos impuesto.
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A medida que tu hijo se convierte en un adolescente, es posible que sea necesario ajustar los límites para hacerlos más significativos y identificables. Muchos padres descubren que el tipo de disciplina que usaban cuando eran más jóvenes podría no funcionar tan bien ahora que son mayores. Descubramos a continuación algunas pautas o claves para saber cómo regañar a tu hijo adolescente.
Cómo regañar a tu hijo adolescente
A menudo es tentador tratar de ser su amigo, pero todavía necesitan que seas el padre o la madre y les haga saber cuáles son las reglas y los límites. Es muy importante que tu hijo adolescente sea capaz de comprender lo que significa para él ser un adulto joven, pero también que hay normas que seguir y todo ello puede llevar a conflicto y que finalmente no nos quede más remedio que castigar su mal comportamiento si no respeta nuestras normas.
Desarrollo adolescente
Los cambios que le suceden a tu hijo adolescente (los cambios físicos, mentales, emocionales y sociales) pueden tener un efecto profundo en toda la familia. Como padres, puede parecer importante mantener las cosas como siempre siendo papá o mamá los únicos que «mandan». Pero en un momento en que los adolescentes se están desarrollando y buscando nuevas formas y un nuevo yo, imponer órdenes y tratar de frenar el cambio puede provocar aún más desafío del que podrían haber mostrado de todos modos.
Entonces, si tu hijo adolescente se porta mal y te desafía, puedes buscar una forma de ejercer disciplina, en lugar de regañarle a gritos o aplicar un castigo como enviarlo a su habitación sin ver la televisión (podía funcionar de pequeño pero ahora ya no servirá de nada). La disciplina es algo que hacemos para ayudar a los jóvenes a aprender: el significado original de la palabra es «enseñar». La mejor manera de lograr que los adolescentes se comporten de manera que nos agrade es ayudarlos a comprender lo que realmente quieren y necesitan, y ver cómo pueden satisfacer esas necesidades de manera que no molesten a otras personas.
No es disciplina en forma de castigo o control lo que un adolescente necesita cuando lucha con sus emociones conflictivas y suele ocultar su necesidad de atención, aceptación, independencia y aprecio. Cuando los adolescentes se portan mal, no es más que un acto de rebeldía para llamar nuestra atención. Puede ayudarles brindándoles suficiente tiempo y haciéndoles caso, hablando abiertamente sobre los cambios por los que están pasando, ayudándolos a expresar sus sentimientos, brindándoles amor, tranquilidad y apoyo. También puedes decirles que está bien sentirse mal, pero que no se comporten mal, y compartir tus propios sentimientos para que entiendan que tú pasaste por lo mismo y que comprendes sus emocione.
Cuando un niño es pequeño, a menudo usamos límites para protegerlo y mantenerlo alejado de cualquier daño o peligro. A medida que crecen y se convierten en adolescentes, estos límites cambian y así debe ser. De hecho, cambian naturalmente, pero aún así es importante mantener unos límites para que el adolescente sepa qué tipo de comportamiento es aceptable y se sienta seguro sabiendo que es importante para sus padres. Como todos los padres saben, a los niños les gusta probar los límites impuestos y los adolescentes no son una excepción. De hecho, pueden ser particularmente expertos en no hacer caso cuando se dan órdenes. Una forma de evitar que esto suceda es hacerles saber por qué algo es importante.
Establecer límites
Los límites funcionan mucho mejor si se establecen y acuerdan junto con los adolescentes. Cuando los adolescentes entienden las razones detrás de su decisión y ven que has tomado en cuenta sus opiniones, pueden estar más motivados para cooperar.
Las reglas pueden ayudarlo a mantener seguro a tu hijo, pero a medida que crezca, deberás negociar y dejar que asuman más responsabilidad por su propia seguridad. A medida que crecen, puede haber momentos en que sus valores entren en conflicto con los valores que tus hijos están aprendiendo de otras personas y de los medios de comunicación. Es ahí cuando veas que estás negociando.
¿El castigo no sirve para nada?
El hecho de que los castigos establecidos o tradicionales no sirvan en la fase adolescente no implica que no les podamos castigar. Sin embargo, debemos ser incluso ser más pacientes. Habla con tu hijo y hazle saber qué es importante para ti y por qué. Dales la oportunidad de responder y asegúrate de escucharlos de verdad. Cuando esté genuinamente dispuesto a hacer concesiones, es posible que la conversación sea mucho más efectiva, ya que el adolescente adquiere un sentido de responsabilidad.
Por otro lado, antes de desesperarte con el comportamiento de tu hijo adolescente, averigua qué es realmente importante para ti y qué podrías dejar pasar. Demasiados límites pueden causar resentimiento y ser imposibles de mantener, así que encuentra un equilibrio y estate preparado para negociar, algo que sin duda caracteriza esta etapa.
Técnicas que aplicar para regañar a un adolescente
Al margen de la paciencia, el diálogo, la disciplina con comprensión, existen todavía algunas técnicas que sí se pueden aplicar en el caso de que realmente no nos quede otra que regañar a nuestro hijo adolescente:
- Poli bueno y poli malo. Como si de una película de acción y policíaca se tratase, los padres deben unirse para representar esos dos roles diferentes ante el hijo. De esta forma, mediante ese “teatro” se considera que el menor puede llegar a explicar adecuadamente el porqué de su actitud y puede proceder a aceptar con “buen talante” el castigo o las normas que se le imponen.
- Efecto espejo. Auténtico desconcierto es lo que sentirá el joven que ve que, ante sus malas acciones, su padre o madre actúa como lo haría él. Un desconcierto que, sin lugar a dudas, pondrá fin de manera tajante y peculiar a la posible discusión que existía entre ambas partes y que incluso puede desquiciar al menor al ver que el adulto “no entra al trapo” de sus palabras o de sus exigencias.
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