Cómo enseñar a los niños el valor de la amistad en la escuela y en casa
El valor de la amistad en los niños es algo que ellos mismos aprenden desde sus primeros años en la escuela y se va desarrollando y cambiando, a medida que crecen.
Estando en la era de la tecnología en la que muchas son las personas que se relacionan y hacen nuevas amistades a través de las redes sociales, es importante no perder la perspectiva y enseñar a los niños la importancia que tiene la amistad. Veamos a continuación algunas pautas y consejos para que podamos enseñar a los niños el valor de la amistad en la escuela y en casa.
Cómo enseñar a los niños el valor de la amistad en la escuela y en casa
Desde pequeños nos inclinamos a crear relaciones. Es algo que comienza con los miembros de la familia y que luego se desarrolla al comenzar la escuela. Es en este entorno de hecho, cuando se comienzan a establecer las primeras relaciones de amistad, que en algunos casos incluso llegan hasta la edad adulta.
Los amigos de la escuela son, de hecho, las primeras personas con las que los niños interactúan desde una edad muy temprana. Aprenden a alegrarse o estar tristes el uno por el otro y este es sin duda un primer paso de la socialización infantil, que poco a poco se debe ir desarrollando a media que avanzan en el entorno educativo.
El papel que tienen los padres y profesores en este aspecto es preguntar a los niños qué es la amistad para ellos y desde aquí explicarles que estamos tratando con uno de los principales valores para vivir en armonía con el otro de forma serena y gratificante.
Tener amigos significa tener al lado a alguien de confianza, pero también, acoger al otro en su singularidad, dar y recibir apoyo emocional y en eso los niños son muy buenos.
La elección de un amigo varía mucho de un niño a otro. Hay quienes, por tener un carácter más desenfadado, se hacen amigos de la mayoría de los acompañantes, o en el parque no muestran dificultad para relacionarse con niños menores o mayores de su edad. Otros, en cambio, prefieren tener un grupo pequeño de niños con características de comportamiento similares. No solo estamos hablando de timidez, sino de una elección social, por así decirlo. El hecho de que prefieran jugar con dos o tres niños puede estar dictado por el deseo de compartir ese momento con pocas personas. No significa que vaya a ser así de por vida.
Observar la amistad desde la escuela y desde casa
La observación por parte del profesorado puede ser útil, sin que por ello genere falsas alarmas ni vaya necesariamente a buscar el problema que muchas veces solo existe en la mente de algunos adultos. De hecho en la escuela se suele fomentar que los niños se relacionen con todos sus compañeros, pero también es cierto que finalmente se suelen generar pequeños grupos de convivencia entre los propios niños que suelen agruparse entre dos tres o cuatro amigos, con los que tienen confianza plena, mientras que el resto pasan a ser simples compañeros.
En casa sin embargo, suele verse incluso como un problema el hecho de que un niño o niña se relacione con un grupo muy limitado de amigos, pero no tenemos que verlo de este modo sino que en realidad, supone el establecimiento de un vínculo profundo que hace que los niños por pocos que sean se mantengan unidos.
Es algo natural para todos nosotros. Puede que pensemos que lo mejor del mundo es tener amigos de todo tipo y condición y que además el número de estos sea elevado, pero ciertamente ¿qué es un auténtico amigo? Alguien que está a tu lado en cualquier situación, de modo que aunque queramos que nuestros hijos tengan infinidad de amigos, sabemos que en el fondo la auténtica amistad la van a hacer con un número limitado de personas. Una cosa es llevarse bien o relacionarse de forma amistosa con todos y otra muy distinta es tener un verdadero amigo.
Es bueno señalar de hecho, que los niños saben perfectamente qué es la amistad, de hecho son mejores que nosotros los adultos para manejar mejor y con sinceridad este vínculo que muchas veces se rompe de forma inexplicable. Los niños pasan de unos amigos a otros a lo largo de su vida. Puede que tengan uno o dos con los que crezcan, pero no esperemos que sean amigos de toda su clase y que esa amistad dure para siempre.
La amistad pasa por el juego
Pensemos de hecho en cómo se establecen las relaciones de amistad. Nos daremos entonces cuenta que a una edad temprana, el centro de la amistad entre los niños es el juego. En cualquier lugar, ya sea en el parque, la escuela o una fiesta, es fácil notar que pequeños grupos de niños hacen amigos mientras juegan el mismo juego. Más allá de la actividad en sí, es interesante notarlos a medida que se acercan y hacen la clásica pregunta: «¿Quieres ser mi amigo?» si la respuesta es afirmativa, se pregunta lo siguiente: «¿Jugamos juntos?»
Para los niños estos son dos aspectos fundamentales: a través del juego , de hecho, crean relaciones, hacen amigos y comparten intereses. Es importante que los adultos no fuercen ciertos lazos, la amistad tiene que surgir espontáneamente entre los niños. El error que algunos padres suelen cometer es que se sienten más atraídos por el entorno social de un niño que por su ser, y empujan al niño a entablar amistad con ese niño en particular para desarrollar vínculos sociales, que en definitiva puede que no sirvan o no ayuden para nada a los niños.
La amistad es distinta en función de la edad
Otro concepto interesante radica en el hecho de saber distinguir la amistad de los niños de la de los adultos . Su amistad no tiene por qué crear un vínculo fuerte con los padres de sus amigos. Puede que se de el caso en el que los niños sean amigos y también lo sean los padres, de modo que incluso llegamos a pasar fines de semana o vacaciones juntos, pero no tiene porque ser una obligación. Es bueno señalar que todos tienen sus amistades y deben aprender a cultivarlas. Solo de este modo, si se produce alguna ruptura, ya sea la de la amistad de los niños o la de los padres no habrá conflicto y la relación de amistad que se mantenga podrá proseguir sin problema.
Cuando la amistad acaba
Las cosas no siempre salen como nos gustaría y las relaciones que hemos creado también se pueden ver afectadas. Para los niños y adolescentes la amistad , hemos dicho, representa un punto de partida fundamental para su correcto crecimiento emocional. Puede suceder, sin embargo, que con la edad los intereses cambien y ese amigo que no vemos desde antes de las vacaciones haya cambiado. O puede que nuestros propios hijos pasen por una fase en la que dejan de lado a sus amigos «de toda la vida» para comenzar a relacionarse con otras personas.
Es bueno no fingir que no ha pasado nada, pero también hay que respetar los tiempos del niño, debemos buscar la forma de reflexionar sobre lo ocurrido, evitando atribuir culpas si no sabemos cómo fueron realmente los hechos. Razonad juntos que cualquier tipo de relación puede cambiar o terminar; Demos la bienvenida a esta nueva situación teniendo cuidado de no ser intrusivo, sino de permitir que tu hijo o hija viva el momento.
Sin embargo, cuando lo que ocurre es que un niño o niña es rechazado por sus amigos se pueden experimentar emociones contrastantes: la ira, la tristeza, la sensación de abandono se encuentran entre las más comunes. En estos casos es importante estar cerca, esperando que él o ella dé el primer paso, para contar la historia, evitando tomar iniciativas propias como, por ejemplo, contactar con los demás padres.
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