Hombre adopta a más de 100 niños para evitar que sean abandonados
Aunque en muchas ocasiones procedamos a decir que la sociedad ha perdido toda la humanidad o que esta ya no realiza nada de manera desinteresada, sino que todo lo que hace es pensando en el dinero, hay casos que nos hacen volver a creer en el ser humano. Y precisamente una de esas situaciones es la que ahora hemos descubierto y que nos ha permitido conocer a un hombre que no ha dudado en adoptar a más de 100 niños, simplemente para evitar que fueran abortados durante el embarazo o incluso abandonados después de nacer.
El protagonista
El hombre que nos ha llevado a volver a creer en el sacrificio, la solidaridad y la bondad no es otro que un varón que responde al nombre de Tong Phuoc Phuc. Es ciudadano de Vietnam, que es uno de los países que se encuentra a la cabeza en cuanto a número de abortos anuales.
El origen de todo
Como todo en esta vida, su acción de adoptar a niños tiene un origen. En concreto, este se halla en el complicado embarazo que llevó a cabo su mujer años atrás, pues incluso corrió el riesgo de que perdiera a su hijo, algo que finalmente no sucedió. Durante el tiempo que pasó acompañando a su esposa en el hospital se dio cuenta de la gran cantidad de mujeres que acudían en avanzado estado de gestación al mismo y que luego se marchaban sin ningún bebé. Es decir, que certificó que muchas lo que hacían allí era abortar, por distintos motivos.
Un descubrimiento ese que le llevó a hacer una promesa: si su pequeño nacía sin problemas, iba a hacer lo que estuviera en su mano para ayudar a esas gestantes. Y así lo hizo, ahorró un dinero, compró unos terrenos que convirtió en cementerio y allí procedió a enterrar a todas esas criaturas que eran abortadas y que el hospital trataba como si de cualquier deshecho se tratase.
En ese camposanto, según se ha hecho público a través de distintos medios de comunicación, hay ya un total de 10.000 fetos y se ha convertido en un espacio imprescindible para muchas mujeres que, arrepentidas por lo que hicieron o sin capacidad para superar ese trance, acuden a rezar ante la tumba de esos hijos que nunca tuvieron.
Adoptar, adoptar y adoptar
En el año 2004 es donde se encuentra el origen de todos estos hechos y también del proceso voluminoso de adopciones que ha llevado a cabo este hombre. Y es que, a raíz de que se propagara la noticia del cementerio al que dio forma, muchas fueron las embarazadas que acudieron para contarles sus casos y para explicarles que si se veían obligadas a abortar era porque no tenían medios para cuidar a los bebés.
Por eso, Tong Phuoc Phuc tomó la decisión de hacer algo más por esas mujeres y sus bebés. Así, optó por crear una especie de hospicio donde pudieran vivir esos bebés que no pudieran ser mantenidos por sus madres, lo que haría que estas no tuvieran que interrumpir sus embarazos y que pudieran alojarse en el mismo hasta que dieran a luz.
En la actualidad
El resultado de la labor tan desinteresada de este hombre vietnamita le ha llevado a tener que abrir un segundo centro y a adoptar más de 100 niños. A estos les da un nombre muy singular en base a un criterio que ha establecido:
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El apellido de todos es el suyo propio, Phuc.
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A cada uno les da un primer nombre que siempre es Vinh, que significa “honor”, en el caso de los varones y Tam, que es “corazón”, a las chicas.
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De segundo nombre les pone el de la madre o el del pueblo de esta, por si en algún momento la mujer decidiera regresar y recuperar a su hijo, algo que ya han hecho muchas de las que en un instante de sus vidas pasadas solicitaron la ayuda de este “buen samaritano”.
Cariño, un presente, una educación, cuidados básicos y una esperanza de futuro es lo que da el protagonista de esta noticia a todos esos niños que ha ido adoptando. En la actualidad en sus orfanatos viven unos 30 menores más mayores y en torno a 20 más pequeños, unos que gracias a su ayuda evitaron ser abortados y otros que afortunadamente consiguieron escaparse de ser abandonados en cualquier lugar a su suerte.
Todos esos menores y también sus madres biológicas han encontrado en Tong Phuoc Phuc su verdadero ángel de la guarda, el que les ha tendido su mano de manera absolutamente desinteresada y sin esperar nada a cambio, pues sólo recibe el cariño y la satisfacción de poder ayudar a quien más lo necesita. ¿Entiendes ahora porqué este vietnamita nos ha vuelto a hacer creer en la generosidad del ser humano, o al menos de alguno?
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