Serra Ferrer, una distinción justa

Nunca he sido partidario de las distinciones a título póstumo porque el interesado no se entera y en consecuencia no tiene la oportunidad de agradecer ni, dado el caso, perdonar. Por eso me alegra que el Consell de Mallorca haya premiado la excelencia de Llorenç Serra Ferrer, sin duda alguna y a larga distancia, el mejor entrenador mallorquín de fútbol de la historia.
No voy a glosar su currículum, porque basta resumirlo sin necesidad de ninguna comparación. Una carrera que empezó como muy mejorable futbolista y terminó como un grandísimo técnico. Arrancó en los banquillos del juvenil de La Salle, años mozos en los que primaba la rivalidad colegial con el CIDE. De allí pasó al equipo de su pueblo, el Poblense, del que sigue siendo abonado igual que lo es del Mallorca aunque no vaya a Son Moix ni, que yo sepa, le inviten. Ascendió al club que ahora preside el que fuera portero de ambos conjuntos, Molondro. De allí al filial mallorquinista y auxiliar de profesionales como Marcel Domingo, Koldo Aguirre o Ivan Brcic. Debutó como primer espada subiendo a Primera División y aunque sufrió la amargura de algún descenso, también conoció las mieles de una segunda conquista y el único que condujo a sus jugadores a luchar por el título en un play off de locos que se había inventado José Luis Núñez para que la temporada durara lo mismo que los contratos, hasta el 30 de junio. Con él, el Mallorca disputó la primera final de Copa del Rey en el año 1991.
Llevó al Betis, donde es un ídolo popular, a Europa y culminó su trayectoria como primer entrenador del mismísimo Barça, club del que fue director de la sección de fútbol formativo, de donde saldrían los Iniesta, Xavi, Pujol, Busquets, etc, etc. Antes intervino personal y activamente en el traspaso de Miguel Angel Nadal al conjunto culé. Volvió al Betis, eso si, con un paréntesis en la máxima categoría del fútbol griego al fichar por el AEK, atraído por su resonancia internacional, al que proclamó subcampeón de liga.
Soslayaré analizar las ramas en beneficio del tronco. Me ceñiré a una cita bíblica que me acaba de sugerir alguien que ocupó un puesto importante en la asesoría jurídica del Mallorca: No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres» (Corintios 15:33-34). El Consell Insular de Mallorca ha rendido justicia.