Quién es en realidad María Juan de Sentmenat y Lerdo de Tejada
María Juan de Sentmenat es uno de los nombres de la sociedad mallorquina y española más sonoros y, sin embargo, a pesar de lo que se muestra debido a su trabajo, su belleza y sus habituales apariciones en prensa de sociedad, es una gran desconocida a la que quizás valga la pena echar un vistazo en estas crónicas de baile, antes de que comience para no parar durante unos meses eso que los ingleses llaman todavía hoy La Temporada.
Se habrán dado cuenta ya que desde que comencé a publicar estas líneas les estoy presentando a sus asistentes, en mi opinión, más relevantes. Si no les conocen, no podrán disfrutarlos como yo lo hago. Conocer quién es quién en la sociedad hoy es más fundamental que nunca, porque vivimos en un maremágnum de nombres sin sentido, ni origen claro, que hace que toda grandeza se disperse. Es hora de colocar a cada uno en su lugar para que la gran fiesta que nos espera resulte perfecta y esa gran fiesta se va a producir aquí, no lo duden.
Los abuelos de María, anfitriones de Grace y Rainiero Grimaldi
María o Marieta, que es como la llaman sus amigos, nació en el seno de una familia de la alta sociedad mallorquina, que adquirió gran relevancia con la boda y posterior viaje de novios a Mallorca de los príncipes soberanos de Mónaco, Grace y Rainiero Grimaldi, en ese momento la pareja más admirada, glamurosa y atractiva del mundo. Se dio la circunstancia de que el abuelo de María, el conde de Ribas, había sido nombrado cónsul de Mónaco en España, coincidiendo con el magno acontecimiento, y fue a él y a su esposa, la gran María de Fontcuberta, la abuela de María, a los que les tocó actuar como anfitriones de la pareja principesca en su luna de miel mallorquina.
El almuerzo brindado por los condes de Ribas en honor a los príncipes monegascos, ofrecido sólo para la familia en su gran casa palaciega de las Ramblas, fue un gran acontecimiento que ocupó paginas y páginas de la prensa de sociedad de entonces. A ese almuerzo se unieron paseos por Palma y por el resto de la isla, hasta que Rainiero y Grace decidieron arribar a Formentor en su barco, el mítico Deo Juvante, con el que a princesa había llegado a su país y con el que viajó ya casada a nuestras costas.
Esa visita puso la responsabilidad y el buen hacer de los condes y de sus hijos, todavía niños, en el centro del prestigio social. Sin duda, propiciaron, quizás pretendiéndolo, uno de los hitos de la promoción turística de las Islas como destino romántico. Los condes de Ribas fueron un gran tótem de la sociedad y lo es ahora su nieta, convertida por necesidad en una trabajadora incansable de ese mundo tan difuso que reúne a la buena sociedad en torno a alguien de manera difusa pero muy necesaria para que la rueda que la hace girar esté engrasada continuamente.
María fue una jovencita bellísima que llegó a la vida con fuerza suficiente para comerse el mundo. Nació como hija de un Sentmenat Fontcuberta y una bellísima madre perteneciente al noble Solar de Tejada, con un pasado familiar lleno de grandezas y títulos que hoy lucen en su comportamiento educadamente conservador, aunque más moderno que el de cualquier jovencita en lo que a saberes sociales se refiere. Beatriz de Tejada es una mujer excepcional, que por amor llegó a la isla y por amor decidió quedarse en ella para siempre. Tuvo la desgracia de enviudar muy joven y con tres hijos, entre ellos María, recién salidos de la adolescencia, lo que marcó profundamente el futuro de la familia.
María se preparó en Madrid, donde adquirió mundo, y al regresar decidió lanzarse a él para comérselo a pequeños bocados y con cucharilla de plata. Había conocido a un joven madrileño de físico más que atractivo con el que tuvo una hija, llamada como su madre, aunque sus amigos la conocemos como Ratón. Esa niña es ya una mujer, una estudiante brillante y, sobre todo, una hija y una nieta amantísima que ha heredado unos modales únicos, de esos que sólo se aprenden desde la cuna. No es una esnobada de las mías lo que les estoy refiriendo, es la realidad pura y dura, un hecho indiscutible que no se puede copiar. María y su hija serán siempre bien vivan las circunstancias que vivan. Y les aseguro que hasta el día de hoy no siempre han sido fáciles.
Una agenda envidiable que muchos querrían
María, trabajadora incansable y más siendo responsable de una hija a solas, pues la relación con el padre se rompió hace tiempo, tuvo que inventarse para hacer de todo. Poco a poco se ha convertido en la relaciones públicas más reputada de Mallorca, con una agenda envidiable que muchos querrían, para poder aglutinar a lo mejor de cada casa en cada acto que lo precise. En gran parte ese saber lo adquirió trabajando al lado de un maestro de maestros, Javier Escobar, el genio de las relaciones públicas y la organización de eventos, que se estableció en Palma durante unos años, marcando un antes y un después puesto que sus intervenciones para marcas destacadas resultaron un verdadero tsunami que arrasó con todo lo visto hasta entonces.
María bebió de esa agua, un pequeño sorbo de ese elixir que nos convierte en únicos, y se transformó para siempre, justo para que sus proyectos crearan magia, la de ser deseados por los más reputados empresarios o las más reputadas familias, deseosas de que ese touch que ella imprime en todo lo que hace no faltara en ninguna celebración. El trabajo que ha tenido que hacer durante años ha sido y es inconmensurable, cargado de momentos de sacrificio y tensión, porque eligió, sin duda, uno de los más difíciles, donde los tiburones atacan sin previo aviso y las envidias de otros corroen momentos insustituibles.
Un torbellino de energía capaz de crear una gran fiesta
María hoy disfruta de lo logrado de manera serena, aunque sigue en la lucha. Sin embargo, pocos la conocen, sólo unos pocos, ese círculo cerrado y extremadamente excluyente que forma su pandilla de amigos de toda la vida, que sólo se pone delante de una cámara si su amiga se lo pide.
En Mallorca cruzar determinadas puertas es para muchos una tarea imposible, así que mejor que no pierdan energías en el intento. Pídanle ayuda profesional a nuestra Mary, que hará todo lo posible para que sus sueños se cumplan. Una receta mágica que nunca falla, un torbellino de energía capaz de crear una gran fiesta en el lugar más árido del mundo, sin barreras absurdas, al menos hasta que el telón haya caído y la señora haya vuelto a su círculo íntimo de protección, en el que su estatus sigue a buen recaudo.
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