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CRÍTICA

El australiano Piers Lane recorre con brillo la integral de los nocturnos de Chopin

Noches mágicas y deslumbrantes las vividas por el público en Son Marroig y en el auditorio del Palau March

El Festival Internacional de Música de Deià ha regalado en sus dos últimas ediciones vivir la experiencia de recitales dedicados a integrales de gran trascendencia para la evolución de la música. Dato curioso, estos recitales se han producido en escenarios que juegan el papel de colaboradores con el Festival de Deià.

El pasado octubre el chelista estadounidense Zuill Bailey acudió a la Fundación Miró Mallorca para tocar la integral de las 6 Suites para chelo solo que compuso J. S. Bach entre 1717 y 1720, lo que abrió la puerta a mejoras significativas en la técnica para el manejo del violonchelo. Años atrás Bailey había tocado el mismo programa en Son Marroig.

Hace unos días, el 17 de septiembre en Son Marroig y el 19 en el auditorio del Palau March, llegaba directamente de Londres el pianista australiano Piers Lane para hacer lo propio con la integral de los nocturnos de Chopin, que asimismo le dieron una nueva dimensión a las mejoras introducidas por el irlandés John Field a los nocturnos originarios del XVII.

La diferencia significativa de estas dos visitas es que mientras Bach trabajó en un corto período de tiempo para afrontar con maestría el desafío técnico, Chopin se empleó buena parte de su vida (1830-1846) para perfeccionar el lirismo que había introducido Field en el nocturno, inicialmente una forma menor.

En cuanto a las visitas referidas, en ambos casos estamos hablando de dos grandes maestros en sus instrumentos, ejerciendo cátedra. En lo referente a  Piers Lane, es suficiente muestra de admiración lo que escribió el crítico musical Bryce Morrison: «Sensibilidad y brillantez deslumbrantes». Una definición que habla del imprescindible equipaje para afrontar la integral de los 21 nocturnos de Chopin, que abrieron una nueva era en el repertorio pianístico al darle una dimensión única a la máxima expresividad de la melodía y la armonía. Lo que en origen sólo eran piezas cortas para ser tocadas en reuniones nocturnas, Chopin las dotó de carácter contemplativo apuntando hacia la introspección y la melancolía. Si Field es considerado el padre de los nocturnos románticos, Chopin los elevó a la suma excelencia.

El hecho de componerlos a lo largo de su corta vida, es lícito –asimismo- interpretarlos como notas de cierto carácter autobiográfico. Piers Lane, transformándose en el albacea de aquellos destellos fugaces ocurridos hace casi dos siglos y como encargado de custodiar aquellos bienes, debía ser fiel comunicador de su expresividad y carácter íntimo. Como así ocurrió, tanto en Son Marroig como en el auditorio del Palau March. Piers Lane supo recorrer con mucho brillo la integral de los nocturnos de Chopin. Noches mágicas y deslumbrantes las vividas por el público días pasados.