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PRIMERA LÍNEA

Memoria Democrática de Mallorca rabia con Sa Feixina

El Ayuntamiento de Palma finalmente ha decidido culminar la protección del monumento de Sa Feixina, aprobando modificar su Plan General para incluirlo en el Catálogo de Edificios y Elementos Protegidos de la Ciudad. 

Desde el 15M los perroflautas vienen invadiendo la acción política salidos de debajo de los puentes del lumpen ideológico, acogidos con simpatía por un PSIB-PSOE que definitivamente perdió el norte una vez decidió pasarse al bando guerracivilista. El daño que ha hecho Podemos, no solamente a la capital, también al conjunto de Baleares, no se entiende sin el apoyo de los socialistas, en cuyo regazo ha venido a prosperar la extrema izquierda.

En un intento fraudulento de reescribir la historia, Rodríguez Zapatero fue a intensificar el relato, hasta culminarlo en Ley de Memoria Histórica que, acto seguido, un felón, Pedro Sánchez, consagró como la Ley de Memoria Democrática que al introducir el término democrática venía a santificar el relato dándole visos de dogma de fe. A partir de entonces el malo de la peli fue el llamado bando nacional y los buenos inmaculados, el Frente Popular.  

Fraudulento, mis queridos aborregados izquierdistas, refiere: «Engañoso, tramposo, falso, falaz». La RAE. Mientras felón nos refiere a alguien que comete felonía, o sea, «deslealtad, traición y acción fea». La RAE de nuevo. 

Todo ello viene a explicar la naturaleza del relato que nos está vendiendo la izquierda, hoy extrema izquierda en España, incluido el PSOE. A partir de entonces, comenzó el derribo por doquier de las señales que se entendieran como ensalzar las gestas contrarias al Frente Popular incluida la Cruz, que sabido es hace hervir la sangre al ateísmo militante de las hordas bárbaras.

Cuando Podemos todavía estaba por salir de debajo de un puente en el 2010 el Ayuntamiento de Palma, con la alcaldesa socialista Aina Calvo, decidió la aplicación de los preceptos de la Ley de Memoria Histórica, despojando del monumento de Sa Feixina cualquier significación fascista y convertirlo en el recuerdo de que hubo una Guerra Civil que no debería volver a repetirse. En esas Podemos llegó al poder bajo el paraguas del PSIB-PSOE, con José Hila de alcalde de Palma y de infausto recuerdo. Palabra, infausto, que la RAE, mis queridos aborregados izquierdistas, nos recuerda su significado: «desgraciado, infeliz». Hoy le tenemos de senador, a mayor gloria de tanta inmundicia consentida desgraciadamente por una dopada opinión pública.

Precisamente fue el grupo municipal de Podemos quien lideró la cruzada en contra de la defensa del monumento de Sa Feixina; seguido sin dudarlo por el resto de la izquierda municipal, eligiendo como director de orquesta a la asociación híper sectaria de Memoria Democrática de Mallorca. 

No contaban con la reacción de la sociedad civil, plantando batalla judicial que acabó ganando la partida en los tribunales. Ahora, después de diversas sentencias favorables, ya en firme, el Ayuntamiento de Palma del PP se ha decidido a cumplir la sentencia y proteger el monumento. Lo dijo claro el alcalde de Palma, Jaime Martínez: «Una vez cumplida la sentencia, no hay debate». Así de claro. La izquierda, rasgándose las vestiduras cómo no.

Mis queridos votantes de Baleares, de Palma en concreto, y no abducidos por los engaños de la izquierda, atentos porque si esta izquierda regresa a Cort volverá a las andadas y con el aplauso de las marujas de la asociación Memoria Democrática de Mallorca. Si me lo permiten, les haré alguna que otra observación sobre los orígenes del monumento de Sa Feixina.  

El crucero Baleares tenía base en Palma por ser eje estratégico en la batalla naval de aquellos días en la zona del Mediterráneo y formaban parte de su tripulación numerosos vecinos de la ciudad. Su hundimiento, el 6 de marzo de 1938, revistió dramáticas consecuencias. Dos destructores ingreses que estaban en la zona acudieron al rescate de tripulantes, sin la posibilidad de intervenir debido a que era un país neutral y viendo, impotentes, cómo la aviación republicana ametrallaba sin compasión a los náufragos indefensos  en el mar. La población de Palma asistió horrorizada al desembarco de las víctimas, entre ellos numerosos flechas navales todavía niños. Eso provocó  un movimiento ciudadano traumatizado, contribuyendo a una aportación de parte de la cuantía económica para levantar un monumento en recuerdo de aquellas víctimas. En consecuencia, Sa Feixina fue levantado con el apoyo popular. No era un ensalzamiento del crucero Baleares; sí era a la memoria de quienes siendo conciudadanos perdieron la vida o acabaron mutilados.

Es tal el odio de la izquierda que nos hemos regalado que parece manifiesta su incapacidad para entender las razones de aquella iniciativa popular y una vez adaptado el monumento a los condicionantes de esa mentecata Ley de Memoria Histórica, siguen erre que erre en su empeño por derribar el grito horrorizado de la población confundiéndolo con algún tipo de exaltación. 

La expresión de sentido común del alcalde Martínez, «se acabó el debate», seguro que será interpretada por la extrema izquierda palmesana como un ejercicio fascista. La extrema izquierda no se merece regresar al poder.