Gabriel Barceló, historia viva del turismo
Creador de uno de los grupos turísticos más importantes del país, Grupo Barceló, este empresario mallorquín retirado vive centrado en la Fundación Barceló
Sus inicios se remontan a la empresa de autocares que fundó su padre en Felanitx en 1931 y en la que entró con 11 años
"República Dominicana fue el éxito más notable de nuestra actividad e historia empresarial"
El libro 'Empresarios con Valor II', editado por ASIMA, recoge la trayectoria del Grupo Barceló
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Grúas Pol, una empresa familiar con gran arraigo en Mallorca
La historia del turismo en España no podría escribirse sin la gran aportación de empresarios pioneros y visionarios de Baleares como Gabriel Barceló.
Si bien ahora está volcado en labores solidarias a través de la Fundación Barceló, sus inicios en el sector turístico se remontan a la empresa de autocares que fundó su padre en Felanitx en 1931.
Cuando era sólo un niño y contaba con 11 años empezó a ayudarle: «En aquel momento no había gasolina y se organizó una agencia de transporte y veníamos en el tren de Felanitx a Palma», explica en el libro Empresarios con Valor II, editado por ASIMA, que recoge la trayectoria del Grupo Barceló.
«A los 18 años hice el servicio militar y a partir del año 50 empecé a estar en contacto con el turismo», recuerda y detalla que en esa época ofrecían a los turistas excursiones a Valldemossa, Sóller, Formentor o las Cuevas del Drach. En 1954 Gabriel Barceló empezó su actividad de agencia de viajes y seis años después decidieron trabajar en hoteles en vista del extraordinario desarrollo del turismo.
De hecho, en 1962 levantaron su primer hotel en la Playa de Palma, que compaginaron con una agencia de viajes con oficinas en Mallorca, Menorca, Ibiza y Barcelona. Luego siguieron expandiéndose: «Primero con la agencia de viajes a la Península y Canarias y en 1981 damos nuestro primer paso internacional y nos establecemos en México, Brasil, Venezuela y otros sitios», relata Gabriel Barceló.
En 1985 inauguraron el primer hotel en el Caribe, siendo pioneros, ya que, como recuerda, fueron «la primera empresa española en construir un hotel en República Dominicana».
Gabriel Barceló se jubiló en 1993 y le sucedió su hermano Sebastián, ya fallecido. Los dos eran socios de la empresa al 50%. «Habíamos trabajado juntos toda la vida y él estuvo hasta el año 2000 en que nos suceden nuestros hijos, su hijo Simón y mi hijo Simón Pedro, que son los dos copresidentes del Grupo Barceló en la actualidad».
La cuarta generación ya pisa con fuerza en esta empresa familiar. Hace unos años se incorporó el primer nieto de su hermano Sebastián, que ahora está de director de un hotel en Guatemala. «Mi hijo y mi sobrino son jóvenes y les quedan años por delante para seguir consolidando. Otros nietos han elegido otro camino», asegura en el libro.
Cuenta que en los años 60 la demanda turística era muy alta y no había establecimientos suficientes: «Con nuestra actividad de agencia de viajes necesitábamos hoteles, por eso decidimos construir hoteles para tener más plazas y hacer negocio».
«Con motivo de la guerra del petróleo, en los años 72-73 y 78-79 nos planteamos diversificar. En aquel momento ocurrió la primera pequeña depresión del turismo en España, que como en las posteriores se ha demostrado que fue mínima, a pesar de las dificultades». Porque el turismo, afirma Gabriel Barceló, «ha demostrado ser una industria más sólida de lo que muchos pensaban. Muchos pensaban que el turismo era algo pasajero».
República Dominicana, su gran éxito empresarial
Por ello, decidieron expandirse a República Dominicana, un lugar «con unas condiciones extraordinarias y donde no había prácticamente nada. Estaba todo por hacer. Aquello fue el éxito más notable de nuestra actividad e historia empresarial», confiesa, al tiempo que añade que fue «un camino fácil» porque tenían una gran fe en el turismo y porque República Dominicana en los 80 era la Mallorca de los años 50.
Gabriel Barceló explica en el libro que cuando descubrió Bávaro, tuvo «un flechazo, como lo podíamos tener con Formentor en Mallorca. Era una playa extraordinaria que no la había pisado nadie, porque no había ni carretera de acceso. Cuando fui a verla tuve que ir en moto por la playa para ver el terreno porque no había otro acceso».
El desarrollo inicial fue un poco complicado. Tuvieron que hacer ellos mismos la carretera hasta la playa, pero el Gobierno dominicano, muy interesado en la explosión turística del país, les abonó ese gasto a través de la compensación de los impuestos que tuvieran que pagar. «Decidimos hacer la carretera, de 12 kilómetros. Llevamos 35 años de actividad y sigue la misma carretera con el mismo firme y ahora tiene un tráfico descomunal», apunta con orgullo.
También, tuvieron que construir una depuradora de aguas residuales: «No queríamos ser como los políticos mallorquines, que 70 años después del inicio del turismo, todavía tiran agua residual al mar cuando esto debería estar prohibido legalmente». Y prosigue: «Nosotros nunca en Bávaro hemos tirado una gota de agua al mar, ni en otros proyectos como Riviera Maya (México). Hicimos depuradoras y depositamos el agua residual dentro de la finca para regar el campo de golf y otras actividades. Hay una gran diferencia», apostilla.
La Fundación Barceló, «una gran oportunidad»
Gabriel Barceló vive actualmente volcado en las actividades de la Fundación Barceló, entidad sin ánimo de lucro que nace en 1989. Tras haberse jubilado, «venir a trabajar a la Fundación fue una gran oportunidad» y hasta el día de hoy, con 94 años, va todos los días. «Trabajo con mucho gusto, con mucha dedicación, menos horas que antes, ahora 4 o 5 horas al día, para intentar desarrollar una actividad muy bonita porque en la Fundación no
tenemos que ganar dinero y eso nos permite ayudar a mucha gente a mejorar su situación de vida, lo cual es muy estimulante y agradecido».
Explica que la actividad de la Fundación se basa en tres pilares: «la salud,
porque creemos que sin salud ninguna persona puede tener una vida digna; la educación, porque es la base del desarrollo de la persona y la economía personal para mejorar su nivel de vida».
Trabajan en los países más necesitados de América latina y África y se centran en las mujeres, «que son las que más sufren la falta de desarrollo y la pobreza».
Gabriel Barceló espera que sus descendientes continúen con la labor de la Fundación y relata que cuando la crearon, la dotaron con 500 millones de pesetas y que ahora superan los 35 millones de euros de recursos propios. «La Fundación está consolidada y tengo la plena seguridad de que mis sucesores, tanto mis hijos como los nietos y biznietos, seguirán participando en esta iniciativa que para mí culmina una actividad personal y empresarial», manifiesta.
Recuerda que su padre le inculcó «el sentido de la responsabilidad
en el trabajo, el esfuerzo y la honradez. Era un hombre sin estudios que se había hecho a sí mismo, hijo de campesinos, fueron nueve hermanos, y no sé cómo lo hizo para crear la empresa de autocares tan joven».
Revela que ha intentado transmitir a sus hijos esos valores y otros que ha ido aprendiendo como la formación, la creatividad, ser más imaginativos para desarrollar cosas, porque básicamente, dice, «la función de la empresa es crear un producto que interese a los clientes y, por otra parte, tener resultados positivos primero para consolidarse y luego para expandirse. Toda empresa que no sigue estas reglas para mí está destinada a su final».
Admiración y agradecimiento a sus sucesores
Gabriel Barceló sólo tiene palabras de admiración y agradecimiento para sus sucesores. Resalta que lo han hecho de forma magnífica a pesar de las dificultades y el Grupo Barceló no ha dejado de desarrollarse. «Hoy es diez veces más grande de como yo lo dejé, es cien veces mejor que como yo lo dejé y mis sucesores son mil veces mejores de lo que era yo, por lo que auguro un brillante porvenir al grupo de cara al futuro».
Como empresario retirado y a título personal vivió la pandemia del coronavirus «con gran preocupación por los grandes y adversos efectos que ha tenido sobre la economía pública y privada». Pero confía en la capacidad de adaptación de las empresas para salir adelante: «Las empresas, empresarios y trabajadores saldremos de esta, como hemos salido de otras situaciones difíciles, si trabajamos duro y con ilusión, ya que siempre es posible mejorar si nos empeñamos en ello».
Gabriel Barceló tiene seis hijos, once nietos y cuatro biznietos, ¡una gran familia!, exclama orgulloso en el libro. «Y tengo una mujer excepcional que cuidó de ellos en mis ausencias, por lo que tengo que dar gracias a la vida», apostilla. Ahora, tras haber dedicado su vida a la empresa y la familia, disfruta de nadar y en invierno procura caminar.
Para acabar, destaca la labor de los fundadores de ASIMA. «Tuve el gusto de conocer a todos y los felicito. Fueron visionarios en aquella época de levantar el primer polígono industrial de España, porque descongestionaron la ciudad, le hicieron un favor que nunca ha sido agradecido», concluye.
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