entrevista al jefe de la segunda misión arqueológica francesa en la isla balear

Frédéric Lemaire: «Las condiciones de vida de los soldados de Napoleón en Cabrera eran prehistóricas»

El arqueólogo francés detalla los hallazgos sobre el cautiverio de 12.000 integrantes del ejército francés entre 1809 y 1814

"Verificamos con nuestros propios ojos la absoluta fidelidad de los relatos de los supervivientes en las cuevas subterráneas"

Descubren en el Parque Nacional de Cabrera una planta nunca antes vista en Baleares

Napoleón, engañado por un soldado

Frédéric Lemaire
Frédéric Lemaire junto a parte de su equipo arqueológico en una cueva de Cabrera.

Nacido en Arras, ciudad norteña de Francia, Frédéric Lemaire es el arqueólogo que dirigió la segunda misión en el Parque Nacional de Cabrera junto a un equipo de once personas del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP), del colectivo AASCAR, del Museo Nacional de Historia Natural y de la Fundación Napoleón.

Una expedición que duró seis días -del 15 al 20 de noviembre- y cuyos extraordinarios hallazgos ratifican los fieles testimonios acerca del cautiverio de 12.000 soldados del ejército de Napoleón Bonaparte en Cabrera entre los años 1809 y 1814. Ahora, Frédéric explica en esta entrevista para OKDIARIO la emoción vivida en sus exploraciones, algunas a 50 metros bajo tierra, y detalla lo más relevante de los descubrimientos en la pequeña isla balear.

Pregunta.- ¿De dónde le viene la pasión por la arqueología? 

Respuesta.- Entre los cinco y seis años ya me interesé por la arqueología. A los 12 años empecé a ir como voluntario a mis primeras excavaciones. Iba los miércoles, ya que en Francia ese día no hay colegio. Los estudiantes, sobre todo los más pequeños, tienen clase el sábado por la mañana. Los miércoles normalmente se utilizan para practicar deporte u otras actividades. Yo los dedicaba a la arqueología. A los 16 años, mientras cursaba el Bachillerato, tuve mi primer contrato serio en arqueología. Y cuando llegué a la universidad, al tiempo que estudiaba la carrera de arqueología, ya trabajaba de arqueólogo. Por eso digo que tengo casi 40 años de experiencia, porque empecé muy joven.

P.- ¿Y cómo fueron sus inicios como arqueólogo?

R.- En la universidad me especialicé en Arqueología Clásica, concretamente en el periodo del Imperio Romano (27 a.C. – 476 d.C.). Pero poco a poco me fui familiarizando con descubrimientos un poco más modernos. Me empecé a interesar por Napoleón y también por la Primera y Segunda Guerra Mundial, que en Francia son consideradas patrimonio arqueológico, aunque sean recientes. El interés fue tal que decidí estudiar los grandes conflictos ocurridos en la Edad Contemporánea, pero anteriores a la creación de la Europa moderna. Centré mi investigación en la condición de los soldados desde un punto de vista antropológico, cultural y biológico.

P.- Soldados del Imperio Napoleónico.

R.- Sí. Seguía las huellas de La Gran Armée por los campamentos y campos de batalla que fueron clave en la expansión napoleónica, sus grandes victorias y también sus derrotas. Entonces, desarrollé un proyecto de investigación arqueológica divido en tres fases. La primera tuvo lugar hace 17 años en Boulogne-sur-Mer (Francia), donde realizamos múltiples excavaciones. En esa zona hubo un campo de formación de soldados franceses. En 2012 iniciamos la segunda fase de la investigación que se desarrolló en Bielorrusia. Hicimos excavaciones en los alrededores del río Berézina, donde Rusia venció una batalla al ejército francés. Allí hubo campos de soldados de Bonaparte, que eso es lo que realmente me interesaba. En Berézina llevamos a cabo un total de tres campañas de excavación.

Arqueólogos Cabrera
El equipo de arqueólogos en Cabrera.

P.- Deduzco que la tercera fase es Cabrera.

R.- Efectivamente. En Cabrera hemos hecho dos campañas, una a finales de 2021 y otra hace apenas un par de meses. Ambas han sido breves porque eran expediciones de prospección, es decir, todavía no hemos excavado. Las expediciones de prospección sirven para averiguar los lugares en dónde posteriormente excavar. A partir de los archivos y los testimonios que relatan lo que pasó en Cabrera, buscamos los sitios de más interés y nos familiarizamos con el terreno.

P.- ¿Qué han descubierto en la última misión?

R.- Este año hemos descubierto cómo miles de soldados del Imperio de Napoleón utilizaron múltiples cuevas de Cabrera durante sus años de cautividad, entre 1809 y 1814. Ocuparon y explotaron minúsculos espacios dentro de estas cuevas, donde adoptaron modos de vida troglodita. Estas cavidades les servían de cobijo para protegerse de las inclemencias de la temperatura, sobre todo del calor. Sus condiciones de vida eran prehistóricas. Asimismo, al confrontar nuestra experiencia con los principales relatos de los supervivientes en las cuevas subterráneas, hemos podido comprobar la credibilidad de las fuentes, que a menudo los historiadores consideran inexactas o exageradas. Pero resulta que al leer a Gilles, Wagré o Ramaeckers, con la experiencia de los lugares descritos con precisión por estos hombres, se puede juzgar con mucha certeza la veracidad de su relato. Y por extrapolación, podemos considerar que dicen la verdad en otros aspectos del cautiverio.

Arqueólogos Cabrera.
Entrada de una de las grutas de Cabrera ocupadas por los prisioneros franceses.

P.- El descubrimiento más importante fue en la cueva de Cap Ventós, al noroeste de la isla.

R.- Sin duda. Fue el 17 de noviembre, el tercer día de misión. La realidad es que no fue fácil acceder a la cueva. Tuvimos que realizar un descenso vertical de aproximadamente cincuenta metros de altura para alcanzar el suelo. Pero esa dificultad también contribuyó al carácter extraordinario del redescubrimiento. Hallamos cientos de inscripciones de soldados franceses cautivos en una catedral de estalactitas intactas de una enorme belleza mineral. En los muros de roca aparecen grabados las fechas y los nombres de los cautivos que buscaron refugio en esa cavidad. También abundan frases y símbolos de esperanza por la libertad que solo unos pocos privilegiados alcanzaron en 1814. Por otro lado, en la cueva de Cap Ventós también hallamos una fuente de agua dulce y restos de la ocupación de los prisioneros, como fogones y otros artefactos, que demuestran una presencia más o menos larga en el lugar. Es otra prueba de que los soldados buscaron para su supervivencia formar pequeñas comunidades al margen del mando militar de la zona, organizado en torno a la ensenada natural del puerto de Cabrera.

P.- ¿Qué fue lo que más le sorprendió de ese hallazgo?

R.- La absoluta fidelidad y coherencia con los testimonios escritos, en este caso del memorialista Gilles. Pudimos comprobar con nuestros propios ojos todo lo que él escribió sobre el lugar tanto en la descripción de cada uno de los detalles, como en la enormidad y la riqueza mineral. De hecho, esta precisión fue la principal contribución de la misión a nuestra investigación. No en vano, querría resaltar el carácter insólito y absolutamente maravilloso desde el punto de vista geológico de la cueva. Porque la gruta de Cap Ventós y la conocida por los memorialistas como Gil-Bas, donde descubrimos el grafiti Blas, son los lugares más emblemáticos del cautiverio, según las descripciones que nos han llegado de los memorialistas.

Prisioneros Cabrera
Inscripción en una de las cuevas ocupadas por los prisioneros franceses.

P.-El Valle de la Muerte es otro sitio clave de la misión.

R.- Por supuesto. En el cementerio del Valle de la Muerte hallamos dos botones de uniforme de los regimientos de línea 67 y 14. De nuevo quiero poner en valor la exactitud de las fuentes, en este caso del mapa de la isla elaborado por Gilles, el único conocido relativo a los emplazamientos de la colonia penal francesa. Pudimos comprobar que el lugar donde ubica el cementerio del Valle de la Muerte en su mapa se encuentra prácticamente en el mismo punto donde lo buscamos y encontramos. No tuvimos en cuenta pequeños errores marginales, a menudo ligados a la debilidad de los medios técnicos y topográficos de los que disponía.

P.- Podría explicar por qué estaban allí esos soldados. 

R.- Eran soldados del ejército de Napoleón que fueron encarcelados en Cabrera por decisión del ejército español e inglés tras la derrota del bando francés en la batalla de Bailén, en julio de 1808. Como pierden la batalla, estos soldados se convierten en botín de guerra. Las convenciones internacionales dictaban que los derrotados debían ser repatriados a Francia. Sin embargo, el ejército inglés se negó e instó a España a que no respetara este derecho internacional. Y España se encontró con más de 7.000 personas que no sabía qué hacer con ellas. Los militares ingleses presionaron para trasladarlos a la isla de Mallorca, algo que los lugareños no aceptaron. Al final se acordó trasladarlos a un lugar donde no molestasen demasiado: la desértica isla de Cabrera, que se convirtió en el primer campo de concentración de la historia. Los primeros soldados galos que fueron deportados desde Cádiz llegaron a la isla en condiciones deplorables, sin comida ni bebida. Y durante cinco años fueron llegando nuevos prisioneros, que de eso se habla mucho menos en la prensa.

P.- ¿Cuántos prisioneros hubo en total en Cabrera?

R.- Alrededor de 12.000. Pero es difícil establecer un cifra exacta, porque a los prisioneros que llegaron inicialmente se les añadieron los capturados en las guerras napoleónicas. Hubo numerosas llegadas de soldados. También alguna salida. Por eso es complicado saber el número total. Hay fuentes que hablan de hasta 19.000 o 20.000. Quiero resaltar que los presos de Cabrera no eran solo franceses, también había belgas, suizos, polacos e italianos.

P.- ¿Y cuántos murieron?

R.- Unos 4.000 soldados. Fueron cinco años dramáticos en los que pasaron hambre y sed, sufrieron enfermedades, locura, desesperación e incluso algunos episodios de coprofagia. Además, el único manantial de agua dulce que había se secó en el primer verano del cautiverio (1809). Cabrera fue la Santa Elena del Ejército de Napoleón. No obstante, me gustaría dejar claro que no es mi trabajo definir la responsabilidad de esta tragedia, sino identificar las causas. En general, mi ángulo de enfoque es la antropología del soldado, su condición, desde el campo hasta el combate y el cautiverio.

P.- ¿Hubo canibalismo?

R.- Desgraciadamente sí. Las pocas cabras y conejos del islote fueron cazados y devorados rápidamente. Pescar era una tarea demasiado difícil y proporcionaba escaso alimento. Muchos llegaron a comer plantas de todo tipo, lo que ocasionó más enfermedades y muertes. Así que el canibalismo era algo inevitable. En situaciones de máxima necesidad siempre se recurre a la antropofagia. En Cabrera, de hecho, hay testimonios que lo confirman. Pocos, pero los hay. El canibalismo era un tema tabú, la gente no quería hablar de ello. Lo mismo pasa con la homosexualidad, tampoco se habla en los textos y evidentemente sí hubo casos.

P.- ¿Cuándo empezarán las excavaciones?

R.- En la siguiente misión. Cabrera es una isla pequeña, pero claro, tampoco la puedes excavar entera. Y aunque no esté habitada, la isla ha cambiado mucho desde la época de la cautividad de los soldados de Napoleón. Además, cuando Cabrera pasó a ser una reserva natural, la isla cambió aún más, sobre todo en su vegetación. Habrá excavaciones, pero hay que tener en cuenta que es un lugar protegido desde el punto de vista ecológico. Finamente, me gustaría señalar que este trabajo de exploración contó con la experiencia de Juan Salom, el guía más antiguo del parque que se jubiló durante nuestra estancia en la isla y estuvo con nosotros su último día de trabajo. El trabajo sobre la arqueología de los presos de Cabrera es colaborativo. Sin la ayuda del Parque Nacional y de su directora Cuca, (María Francesca López Cortés), no podríamos desarrollar nuestro proyecto.

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