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El fiscal dejó escapar al capo Cursach tras omitir las pruebas del soborno con 500 euros a una funcionaria

El fiscal anticorrupción Tomás Herranz que dejó escapar al empresario y capo de Mallorca Bartolomé Cursach omitiendo de forma incomprensible la mayor parte de las pruebas que ponían en evidencia el trato de favor que recibía por parte de policías y funcionarios del Ayuntamiento de Palma a cambio de regalos, también desechó otra conversación intervenida de notable relevancia para el caso.

Se trata de una grabación telefónica entre Julià Garau, celador del Ayuntamiento ya jubilado y al mismo tiempo empleado de Cursach, y Antonio Bergas, número 3 de Cursach y antiguo jefe de la Policía Local de Palma. En la conversación intervenida, Julià Garau le indica a Bergas que le ha entregado a Joana Ballester, jefa de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento de Palma, un sobre con 500 euros.

Este regalo de 500 euros es aparte de las botellas de Moët & Chandon entregadas por el Grupo Cursach a la jefa de Disciplina Urbanística que ya ha desvelado OKDIARIO.

Se trata de un supuesto soborno para frenar la inspección urbanística en el gimnasio Megasport, propiedad de Cursach, o que, al menos, no se hicieran fotografías aéreas con la finalidad de que no se pudieran hacer comparaciones entre el estado del gimnasio antes y después de las obras realizadas de forma ilegal.

Fue el 26 de noviembre de 2015 cuando Garau le entrega el sobre cerrado con el dinero. En en sendas declaraciones judiciales prestadas el 9 y el 10 de agosto de 2017, la funcionaria admite haber recibido ese sobre con 500 euros.

En una de estas conversaciones de 27 de noviembre de 2015, el día siguiente a la entrega, Julià llama a Antonio Bergas para preguntarle si le ha telefoneado  Joana, al tiempo que le informa de que ha quedado muy satisfecha con el regalo. Bergas, que no quiere dejar rastro de estos hechos, insiste a Julià para que Joana no le llame por teléfono para agradecerle el regalo.

Bergas le indica expresamente a Garau: «Prefiero que nos veamos personalmente y no por teléfono», ante lo que éste le contesta, que le dirá a la funcionaria en cuestión que no lo haga.

En estas y otras grabaciones queda patente la influencia que ejercía Bartolomé Cursach y sus empleados (Bartomeu Sbert, Antonio Bergas y Julià Garau) a los funcionarios del Ayuntamiento de Palma.

Pero el fiscal Herranz también hizo caso omiso de las declaraciones en sede judicial de la jefa de Disciplina Urbanística que revelaban el cobro de este presunto soborno. En la misma grabación Garau le comenta a Antonio Bergas que Juana le ha dicho que había quedado «demasiado contenta» con el regalo.

Estas grabaciones de conversaciones telefónicas entre directivos del Grupo Cursach y funcionarios del Ayuntamiento de Palma que, presuntamente incriminan al empresario de la noche, no fueron utilizadas por el fiscal anticorrupción, a pesar de que figuraban en el sumario. Forman parte de ese centenar de pruebas que fueron desestimadas por un Herranz que exculpó entre lágrimas a Cursach y a todos los demás acusados.

También fueron desechados sendos informes policiales con fecha de 20 y 27 de febrero de 2017 sobre infracciones urbanísticas en los establecimientos del Grupo Cursach como Pachá y Tito’s, que los celadores ignoraban sistemáticamente, aun cuando muchas de ellas eran visibles desde la propia calle, concretamente en Pachá.

En el caso de la ya desaparecida discoteca Tito’s de Palma, hay un informe emitido por el área de Ciudad, Urbanismo y Vivienda Digna que, principalmente, refleja que las obras realizadas en dicho establecimiento no se correspondían con las licencias solicitadas al efecto por el Grupo Cursach, documento del que prescindieron los fiscales Herranz y Carrau.