Festival Pollença: apuntes que describen finales de ciclo
Levantado el telón de Pollença 2024 nos situamos ante obras maestras de madurez, interpretadas de manera estremecedora por la Filarmónica de Luxemburgo
Levantado el telón de Pollença 2024 nos situamos ante obras maestras de madurez, interpretadas de manera estremecedora por la Filarmónica de Luxemburgo con lo que ello significa de asistir a momentos sublimes.Todo en la velada inaugural del 63 Festival Internacional de Música de Pollença no dejaba de ser una sucesión de precisos apuntes haciendo un balance del significado de final de ciclo.
De entrada, el programa del 4 de julio se abría con el Concierto para piano y orquesta nº 5 de Saint-Saëns, y lo cerraba la Sinfonía nº 4 de Brahms, ambas obras marcando una suerte de declaración de intenciones puesto que se trataba de acercarnos el final del capítulo de conciertos para piano de Camille Saint-Saëns, que asumió el papel de solista en el estreno, y asimismo el adiós de Johannes Brahms a su listado de sinfonías, situado él mismo en la tarima.
El francés vivió todavía un cuarto de siglo, mientras al alemán le aguardaba su final tan solo doce años después. La pregunta es si eran finales de ciclo sobrevenidos.
Pero había más. En su actual gira internacional la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo también está viviendo un final de ciclo con la despedida de su director titular, Gustavo Gimeno, que el año que viene va a incorporarse al Teatro Real de Madrid como su nuevo director musical después de estar al frente de la orquesta de Luxemburgo durante diez años, en los que no solo
ha renovado casi la mitad de los titulares de sus atriles, sino que además ha sabido señalar el camino hasta llevarla a una nueva sonoridad, que es tanto
como decir dotarla de una personalidad singular, única.
Llegaba al claustro de Sant Domingo procedente de la Quincena Musical de San Sebastián, en donde había ofrecido dos conciertos con gran éxito de público y crítica. Un detalle a destacar es que no era la primera vez que la Filarmónica de Luxemburgo visitaba el Festival de Pollença, solo que en aquella ocasión, el año 1986, lo hizo con su identidad primigenia: Gran Orquesta Sinfónica de la Radiodifusión de Luxemburgo, lejana todavía su nueva personalidad artística que ha alcanzado su zénit bajo la batuta de Gustavo Gimeno.
Así pues los ingredientes más exigentes llegaban perfectamente engrasados en esta nueva visita al claustro de Sant Domingo.
En sus notas al programa, Joan Vives Bellalta apunta del repertorio elegido que ambas obras, «comparten una mirada conservadora, respetuosa con la tradición musical romántica», que traducido, sería algo así como nada de experimentos con gaseosa. Al contrario: apuntar directo a la excelencia. Eso fue lo que ocurrió exactamente.
Como es habitual, en la primera parte el protagonismo iba a ser compartido por el solista invitado (Bruce Liu) y regresando al texto de Vives lo destacado en el concierto de Saint.Saëns es la importante exigencia virtuosística, aderezada con un lirismo inspirador.
Y en ello se empleó a fondo Bruce Liu, que no parecía entender su lado virtuoso como una simple exhibición grandilocuente. Al contrario. Puso a trabajar su excelente técnica (ganó el 2021 el Concurso Internacional de Piano Chopin) y lo hizo apelando permanentemente a su sensibilidad y su capacidad de introspección para afirmar su dominio del tiempo, entregado a recrear el inspirado ritmo interior de la partitura antes que abandonarse en el exhibicionismo.
Lo pudimos ver de manera transparente en su respetuoso bis dedicado a Chopin que vino precedido por un escueto «hola, Mallorca». La orquesta no dejó de dialogar y contrastar con el solista, asumiendo con admirable disciplina una posición contenida, en la que todas las secciones caminaban ordenadamente, sin fisuras, siguiendo los dictados de la tarima para alcanzar un sonido equilibrado, fruto de sumar y coincidir, antes que abandonarse en estropicios. Qué envidia si lo comparamos con el estruendo descompensado que padecen algunas orquestas profesionales.
Brahms, ya en la segunda parte, invitó a la Filarmónica de Luxemburgo a poner en valor su personalidad artística a través de la abrumadora lista de instantes excelsos que iban desfilando y que podíamos leer y sentir con el simple ejercicio de observar las manos de Gustavo Gimeno. Esos gestos de suprema elegancia que iban guiando cada instante con delicada firmeza. Ahora nos aguarda contrastar la finezza de las manos de Bruce Liu ante el ciclón que se avecina, todo él Pop Star y con el cartel de no hay entradas. El fenómeno mediático Yuja Wang, garantiza el duelo entre las incendiadas notas de ella, frente al inspirado sosiego de él. Un chequeo solo posible en el marco de un referente como el Festival Internacional de Pollença.
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