La crónica de un diablillo
Hay personas que traspasan su propio arte, incluso su propia piel, para llevar alegría donde van. Ernesto Rodríguez es un hombre que no para, que trabaja hasta la extenuación para cumplir los deseos de sus clientes, muchos de ellos fieles de toda la vida. Nació en La Habana, en una familia bien, cercana al régimen, lo que no impidió que todos decidieran abandonar Cuba. Ernesto nació en 1975 y decidió establecerse en Mallorca definitivamente en 1999. Y hasta hoy, donde ha conseguido hacerse un lugar entre los que trabajan el barro cocido, las materias nobles y las formas rebeldes que siempre nos llevan a algún lugar misterioso. A veces prohibido para los mortales, pero ya se sabe que elegir la carrera artista implica muchos momentos duda, inestabilidad, e inseguridad.
Esas torturas existenciales y creativas de nuestro artista de hoy, las de Ernesto, comienzan con su carrera en 2002 como editor en el taller del maestro Joan Riera Ferrari. Se convierten en buenos amigos y el mítico Fiera Ferrari involucra a Ernesto en la escena artística de la isla, entrando en contacto con su fuerte cultura mediterránea y, especialmente, con un arte profundamente enraizado en la tradición de la isla, la cerámica. De esa época, Ernesto conserva grandes amigos, a los que cuida, a los que lleva a comer o a cenar para seguir aprendiendo de grandes pensadores de una época que se está extinguiendo. Escuchar, aprender de los ilustrados de antes es un puerta que desde el pasado y la experiencia sólo puede sacar cosas buenas.
En 2002 es admitido en la Academia de Artesanía Ca’n Vermell de Felanitx para estudiar Cerámica y pronto se destaca por su creatividad fresca y su técnica insolente. La galería Camí del Mar descubre rápidamente el trabajo de Ernesto y lo invita a participar en su cartera de talentos emergentes y en marzo de 2006 obtiene su primera exposición individual.
Sus primeros trabajos están profundamente influenciados por la tradición cultural del Mediterráneo, pero Ernesto desmantela las antiguas técnicas de la cerámica y vuelve a armar el proceso para crear figuras abstractas, utilizando diferentes tipos de arcilla y esmaltes, dando a las piezas ligereza y movimiento. En 2012, rompe con la convención y desarrolla nuevas formas de ampliar el rango expresivo de los materiales; las figuras crecen a medida que abandona el uso original de la cerámica como artesanía dando paso a una profunda carga significativa. Esta liberación se convierte en una fase completamente nueva en su carrera, comienza a hacer estudios anatómicos del cuerpo humano, que se convertirán en su sello de identidad.
Esta nueva serie, llamada Piel de hierro es claramente figurativa pero está profundamente influenciada por el impresionismo. Durante el siglo XX, Mallorca fue uno de los puntos calientes de esta ola artística, muchos artistas escaparon de la gran metrópolis europea y se mudaron a la isla en busca de tranquilidad, paisajes salvajes y la luz del Mediterráneo. Este hecho, combinado con el auge económico de la industria turística mallorquina, favoreció la continuidad de esta vanguardia, influyendo en la nueva generación de artistas. En estas piezas, Ernesto maximiza las virtudes y limitaciones de la cerámica para articular su discurso artístico. Al igual que los impresionistas expanden la capacidad de la pintura al óleo para representar la interacción de la luz y la percepción humana; la plasticidad de la arcilla en bruto le permite moldear figuras ligeras con detalles llenos de espíritu y movimiento, y la fragilidad de la arcilla cocida hace que las piezas se conviertan en conchas vacías con apariencia sólida, pero a la vez extremadamente delicadas.
«La doble naturaleza del barro me ayuda a representar la armadura del hueco humano: un caparazón de aspecto rudo que, de hecho, es extremadamente frágil y por eso está vinculado por la naturaleza a un proceso continuo de autocuración. Intencionalmente rompo mis figuras y vuelvo a juntar las piezas porque esa es la rutina diaria de nuestra alma», explica.
Este nuevo estilo consolida la carrera artística de Ernesto, en menos de dos años duplicará el número de exposiciones. Sabía que no se había equivocado y lo sigue sabiendo desde un pequeño estudio a pie de calle donde las piezas se amontonan un día para salir hacia su nuevo destino el día después. Ernesto escucha obras clásicas mientras trabaja, piezas exquisitas que dan buena cuenta de su preparación musical. Ernesto es, sin que parezca importarle, un hombre educado y elegante, buen anfitrión y de carcajada fácil, pero no se engañen, si una pieza ha de ser entregada mañana tengan por seguro que estará lista. No conoce el cansancio, parece no tomarse en serio su trabajo de artista y les puedo asegurar que no le interesa otra cosa que hacerlo bien, gustar y vender. Sabe que le costará llegar a las grandes galerías, pero parece no importarle, conoce bien ese mundo y sabe lo que se trae entre manos.
2017 es un mal año, su amigo y mentor, el maestro Joan Riera Ferrari, muere a la edad de 74 años. Cuando le recuerda sus ojos se llenan de lágrimas, sigue estando terriblemente afectado por la pérdida y, por supuesto, su trabajo se ve afectado. Deja de hacer estudios de anatomía, en su lugar, utiliza las piezas rotas de sus figuras para crear una nueva serie llamada Bosque de los curiosos. Parece que el alma humana no es capaz de recomponer su caparazón: desnuda, visible, vulnerable, se sienta en el pequeño árbol formado con las pocas piezas que ha podido juntar.
Paralelamente comienza a flirtear con la pintura, un universo creativo completamente nuevo al que apenas había prestado atención antes. Realiza una serie de 32 pinturas de pequeño tamaño utilizando remanentes del papel de grabado que usó durante su etapa como editor. Esta serie, llamada Papeles sin guion, es realmente oscura, saturada con diferentes materiales y técnicas. Usa pigmentos puros para enfatizar la expresión de los colores, el papel está absolutamente saturado, cubierto de borde a borde con lo que llama Materia. Es un horror vacui que se convierte en un estallido para la tristeza de Ernesto. Esta serie da lugar a nuevas como Nubes, Arrecifes o Inundación inversa. Desde ese mismo momento, Ernesto combinará escultura y pintura en su producción artística, siempre cambiante sin miedo a ir hacia adelante, siempre trabajando. Y siempre dispuesto al disfrute.
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