Los concejales de Palma se quejan del hambre que pasan en el pleno: «O más comida o menos comensales»
Varios ediles manifestaron su malestar al alcalde Martínez por la falta de comida durante la sesión
Algunos regidores se quedaron sin poder comer nada y propusieron hacer turnos en el próximo
Los concejales de Palma se quejan del hambre que pasan en el pleno. «O más comida o menos comensales» fue una de las opciones que ofreció la edil socialista Elena Navarro, que expresó su malestar al alcalde del PP de Palma, Jaime Martínez, ante la falta de condumio en el último pleno mensual celebrado esta semana.
Se trata de sesiones maratonianas que se prolongan por espacio de 10 horas y donde en esta ocasión no hubo provisiones suficientes para los 29 ediles y el resto de trabajadores municipales allí presentes.
El malestar y enfado de los concejales de la oposición se hizo público en la recta final del pleno, ya en el apartado de ruegos y preguntas, tras casi nueve horas de debate ininterrumpido.
La primera que hizo saltar la voz de alarma por lo sucedido fue la concejala independentista Neus Truyol (Més), que alertó al primer edil, Jaime Martínez, de que había «un tema muy sencillo organizativo que tendríamos que mejorar». «Hoy se ha dado el caso, que es un poco grave, de que hay trabajadores de esta casa que están en el pleno y que no han encontrado comida a las tres y pico», advirtió la regidora al filo de las siete de la tarde, ya a la hora del resopón del pleno.
«Eso lo tendríamos que reformular», indicó Truyol dirigiéndose al alcalde. «También en el desayuno ha llegado un momento en que ya no había nada», dijo Truyol, que empezó a buscar posibles culpables de la falta de víveres. «No sé si es porque hay más gente de la esperada que va a comer o que se pide menos de lo que necesitamos. Me gustaría que se replanteara, porque hay trabajadores que están todo el día aquí y no han comido», remarcó Truyol.
«Perfecto, oído y se ha de solucionar sí o sí, veremos a ver qué ha pasado y esperamos que no vuelva a pasar», respondió Jaime Martínez, sorprendido por las quejas de Truyol.
Pero como la falta de vitualla fue uno de los asuntos que seguro dio que hablar en los pasillos del salón de plenos, a renglón seguido fue la concejala socialista Elena Navarro, la que tomó la palabra para expresar su descontento por lo sucedido.
«Desde las tres menos cuarto ya faltaban bandejas,» afirmó con precisión, «y a las tres y media, personas que trabajan aquí y que no pueden salir fuera, se han encontrado que no han podido comer», indicó la edil que, a diferencia de su predecesora, sí que ofreció al alcalde alguna solución para que no se repitiera la hambruna plenaria.
«Quizá las soluciones pasen o por más comida o menos comensales, o dos turnos: sacar la mitad a una hora y la mitad después… En cualquier caso no puede volverse a repetir», afirmó Navarro, que no se decantó públicamente por ninguna de las opciones que propuso.
Finalmente, fue el líder de Vox en el Ayuntamiento de Palma, el concejal Fulgencio Coll, quien después de escuchar las quejas de las dos portavoces, tomó la palabra para lamentar que «dentro de los trabajadores que no han podido comer, hay varios concejales», aunque sin dar nombres de los ediles que se quedaron a dos velas en el pleno de esta semana.
Una situación insólita motivada por varias razones que han podido influir en la falta de provisiones. En primer lugar el hecho de que a diferencia de legislaturas anteriores, en la actual y para no alargar la sesión 12 o 14 horas, no hay el receso habitual de hora y media a mediodía a la hora de comer. La sesión plenaria en ininterrumpida desde las 10 de la mañana hasta las seis o siete de la tarde.
Los 29 concejales, empleados municipales que trabajan en el pleno, caso del secretario, administrativos y todo el personal de los grupos municipales tienen a su disposición desde las 9.15 horas en una sala anexa al salón de plenos y antes de empezar el debate, el clásico bufet para el desayuno: café, zumos, bocadillos, refrescos, repostería, etcétera. Muchos ediles antes de empezar el pleno desayunan y otros que no lo hacen, van entrando y saliendo de la sala anexa en diferentes momentos de la sesión, cuando no hay puntos donde intervienen y sólo entran en el pleno a la hora de votar.
Incluso en algunos casos la votación los coge con la boca llena y salen precipitadamente, alzando el brazo para votar y vuelven a la zona de bandejas. Después, al filo de las dos de la tarde, el personal de Mayordomía saca el almuerzo, también tipo bufet, donde no falta de nada, desde el clásico pa amb oli a toda clase bocadillos y tentempiés.
Pero esta vez o fue más nutrido que en otras ocasiones la legión de directores generales, asesores y trabajadores de los grupos municipales que se dejaron caer por la zona de bandejas o al ser el primer pleno del nuevo curso político los presentes venían con más ganas que antes de las vacaciones de agosto.
En apenas una hora, el que no fue rápido de reflejos y no estuvo pendiente de la alta afluencia que entraba y salía de la salita anexa al salón de plenos se quedó en el desconsuelo más absoluto con las bandejas limpias y sin canapé alguno de echarse a la boca.
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