Colas del hambre en Mallorca: «Vienen tantos musulmanes que tenemos que hacer un menú para ellos»
"Hay muchos casos de personas jubiladas con una pensión que no les llega y mucha inmigración"
Las voluntarias que atienden el servicio admiten que "pasan jóvenes que igual no quieren trabajar"
210 bocadillos entregados en dos horas. Colas permanentes con 50 personas como mínimo de 8.30 a 10.30 horas de lunes a sábado. Estos son los datos visibles de la realidad de las colas del hambre que se organizan seis días a la semana ante la iglesia de los Capuchinos de Palma, junto a la céntrica Plaza de España y el Mercado del Olivar.
La imagen muestra la realidad que radiografían perfectamente las voluntarias que reparten la comida: «Hay muchos casos de personas jubiladas con una pensión que no les llega para sobrevivir porque tienen que hacerse cargo de hijos y nietos y también hay mucha, mucha inmigración». Las voluntarias que atienden el servicio explican a OKBALEARES que «vienen tantos musulmanes que ya hacemos bocadillos especiales para ellos».
Ni el fin de la pandemia ni el inicio de una nueva y exitosa temporada turística han alterado el nivel de necesidad de las capas sociales más desfavorecidas. El servicio de entrega de alimentos de la iglesia de los Capuchinos de Palma no baja de los 210 bocadillos repartidos a diario. A los bocadillos hay que añadir agua, leche, yogures y, cuando hay, algo de fruta.
Los frailes del convento son los que consiguen los productos alimentarios a diario y un eficaz equipo de voluntarias abre cada día la taquilla desde la que los dispensan sin pedir explicaciones, como han declarado a OKBALEARES: «Nosotras no pedimos ni papeles ni explicaciones. Sí nos llama la atención que viene mucha gente joven con edad de trabajar y no lo hacen; será porque no quieren».
Sin embargo, ése no es el perfil mayoritario que muestran las imágenes ni tampoco el que sale del relato de las voluntarias: «Aquí lo que viene mayoritariamente son señoras jubiladas como yo a las que la pensión no les alcanza para sobrevivir y vienen a por un bocadillo, así como inmigrantes, cada vez más inmigrantes se ponen en la cola».
También cuentan que a los mallorquines que acuden a este servicio por primera vez, les da un poco de vergüenza verse en esta situación y reconocer que necesitan ayuda.
Asimismo, las voluntarias aseguran que el ritmo de personas atendidas es exactamente el mismo de los últimos años: «La cosa no empeora pero tampoco mejora por mucho que la temporada turística esté en marcha y haya mucha gente trabajando».
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