Cierra por exceso de ruido la discoteca de Palma donde sólo se escuchaba la música a través de auriculares
Los clientes usaban cascos que repartía el establecimiento pero daban voces y salían fuera a beber y fumar
Las quejas por exceso de ruido de los vecinos de la Plaça del Banc de l'Oli han provocado el cierre del local
Suena paradójico pero es real. La discoteca silenciosa de Palma, en la que los clientes escuchaban música a través de auriculares y no de los típicos altavoces potentes, echa el cierre por exceso de ruido. Y se podría decir que la culpa es de los asiduos que se pasaban la noche bailando y gritando hasta altas horas de la madrugada en este local de ocio nocturno.
Ubicada junto a la Plaza Mayor, La casa de Cookie ofrecía a sus clientes pasar una noche de fiesta muy diferente a la que venden el resto de discotecas de Palma y de toda Mallorca. Una propuesta muy original, alternativa y única en la ciudad que ha tenido que morir por las quejas vecinales.
Si querían escuchar música y bailar, los asistentes tenían que ponerse unos cascos que el local repartía. Además, el cliente podía elegir el tipo de música según sus gustos y aficiones. El local ponía a disposición de todo el mundo hasta tres canales con canciones diferentes.
Sin embargo, lo que parecía una discoteca silenciosa, se acabó transformando en un local de griterío y desenfreno. Motivados por el alto volumen de la música de sus cascos, y quizás también por el alcohol, los asistentes se pasaban la noche gritando con más fuerza de la que toca las letras de las canciones que escuchaban a través de auriculares.
Los vecinos han dicho basta
Estas situaciones se daban con bastante frecuencia. Y es que el local abría cinco días a la semana y no cerraba hasta alta horas de la madrugada. Hasta que los vecinos de la Plaça del Banc de l’Oli, en el casco antiguo de Palma, hartos de que sus noches se vieran interrumpidas por el griterío, han dicho basta y sus quejas han provocado el cierre de La casa de Cookie.
El propietario de este local, Thorsten Sievers, de origen alemán, ha explicado a OKBALEARES que el alboroto era inevitable. «Los clientes se pasaban la noche dando voces y siempre les tenía que decir que bajaran la voz. También muchos otros salían fuera de la discoteca a fumar y beber y eso molestaba a los vecinos», reconoce.
El pasado martes, este local celebró su fiesta de despedida. Ahora, tras el cierre, se ha iniciado un proceso de transformación y de reforma en el que La casa de Cookie pasará a ser historia y dará paso a una galería de arte que irá unida a degustación de vinos.
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