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Isabel Guerra, ‘la pintora de la luz’: «Hoy hay más feminismo en un convento que en la calle»

Isabel Guerra está considerada una de las mejores pintoras del s. XXI

El Ayuntamiento de Zaragoza acaba de bautizar una calle con su nombre

Alejada del mundanal ruido, en el monasterio de Santa Lucía de Zaragoza, vive Isabel Guerra desde hace varias décadas junto con una comunidad de religiosas cistercienses, donde han creado uno de los mejores talleres de encuadernación y restauración de libros de España.

Cuando uno se pone delante de Isabel Guerra y descubre sus ojos azules cristalinos es inevitable preguntarse si ve a través de su retina como el común de los mortales, porque es indudable que su mirada hacia la vida no es un camino transitado. Tampoco el de sus pinceles.

Isabel Guerra es una de las artistas españolas internacionales más valoradas actualmente. Con sólo 15 años, hizo su primera una exposición. Aunque pueda causar sorpresa, no suele pintar imágenes religiosas ad hoc, pero sus obras son trascendidas por una luz mágica, que bien podría ser metáfora de un Dios que está en todas las cosas y en todos los lugares. ¿Radicará ahí la naturalidad mística que acompaña a sus obras?

OKDIARIO ha tenido el privilegio de poder conversar con Isabel Guerra durante toda una mañana. Quien la conoce sabe que eso es canela en rama, máxime cuando pasa los días enteros dedicada a su vocación artística en su estudio de pintura que no deja que filmemos. «Está muy desordenado», justifica con una sonrisa, mientras conversamos sin miedo de todos los temas que se van presentando en la entrevista: política, iglesia, feminismo, arte…

¿La luz y Dios?: Luz divina

«La luz es importante para todos. Dios es luz sin ninguna oscuridad. Él es belleza, verdad y amor. A finales del siglo XX se hacía una pintura muy oscura. Considero que en aquel momento se necesitaba dar calma en una vida ajetreada», explica, enmarcando su obra en la contemporaneidad de los tiempos.

«Sin embargo, ahora me estoy planteando otra manera de contar. La gente está muy pasota y está conformándose con todo lo que ocurre. ¡Hay que incitar a la gente a moverse! No es posible que sigamos así mientras nos arruinan los valores de la vida. Lo único que da verdaderamente la felicidad es hacer todo de la mejor manera, entregándote completamente», reflexiona.

«Ahora todo se trivializa increíblemente», lamenta. Isabel critica «el usar y tirar» en el mundo actual del arte. «Un artista tiene que saber lo que conlleva las diferentes disciplinas artísticas, por muy creador y emergente que sea. Precisamente para deshacer eso, y empezar a despertar su propia manera de hacer arte. Pero… ¿Considerarse artista cuando ni los más grandes lo hacen?», opina.

«Ahora un niño que no ha viajado, ni salido de las cuatro paredes de su barrio, dice ‘soy artista’. Cuanto más conozcas el mundo, mejor visión tendrás de la realidad. Ahora bien, hay que crear una dinámica de trabajo. Todo lo que vale cuesta, y en el arte todo no vale. Estar a la moda es lo más ridículo que puede hacer un artista. Hay pocos implicados en hacer un trabajo serio, honesto y coherente», sostiene.

Así mismo, critica la poca preparación que tienen los directores generales de cultura y bellas artes en nuestro país: «Necesitan poner y cambiar continuamente al amigo de turno, y además muy deprisa para que nadie se dé cuenta de que no tienen ni idea».

«El profesional debe vivir de su trabajo»

Sus obras están muy cotizadas en el mercado del arte. Por si las moscas, Guerra defiende tajante el trabajo del artista: «Si la obra de un profesional es muy reconocida y la gente la pide y busca, el profesional tiene que vivir de su trabajo, y eso encaja muy bien con nuestra propia vida monacal de ora et labora. Nuestra regla de San Benito que dice que el monje no será verdaderamente monje si no vive del trabajo de sus manos. Es más, San Benito dedica un capítulo entero a los artistas del monasterio».

«Yo me siento muy halagada y muy feliz al pensar que San Benito en plena Alta Edad Media en el arte como oficio y trabajo –continúa–. De hecho me parece que no es un verdadero profesional el que no vive de ello, porque tiene que ser responsable de lo que hace, pues pinta para los demás y para pintar bien, se necesita muchísimos medios».

La libertad y el feminismo

¿Y la libertad? ¿Es un regalo de Dios? «No, la libertad no es un regalo –responde–. Dios nos ofrece la libertad para que la busquemos y no nos hagamos esclavos de los bienes de este mundo».