Los agricultores a OKDIARIO: «Estamos hartos de la Agenda 2030, nosotros somos quienes protegemos la tierra»
Las tractoradas han estallado este martes en todo Aragón para lograr cambiar la política agraria europea
Los agricultores españoles están hartos de las imposiciones que conlleva la Agenda 2030 en su sector. Este martes las protestas del sector primario han estallado en toda España de una forma espontánea y sin participación de los sindicatos ni partidos políticos.
En Aragón, las tractoradas se han originado desde primeras horas de la madrugada, con el objetivo de colapsar los accesos de Mercazaragoza, así como acceder posteriormente a Zaragoza y Huesca, con el fin de hacer visible sus protestas.
OKDIARIO ha acompañado a los agricultores de la provincia de Zaragoza a su paso por la ciudad, para conocer de cerca sus reivindicaciones y entender su rechazo a la Agenda 2030.
«Nuestro fin será vuestro hambre»
La provincia de Zaragoza vivió en la década de los años 70 del pasado siglo XX, el éxodo rural hacia su capital, por lo que buena parte de su población procede de tradición agraria y ganadera. Es algo que se percibe en las calles de la ciudad, cuando sus habitantes apoyan con banderas y entre aplausos la marcha del sector del campo, que ha logrado colapsar durante casi todo el día la ciudad y sus accesos.
«Estoy emocionado por el apoyo de los zaragozanos a nuestra lucha. Saben que sin los agricultores y ganaderos no hay comida. La sociedad tiene que ser consciente de que nosotros somos un eslabón importante», nos explica uno de los manifestantes.
Varias pancartas dispuestas en los tractores recuerdan esta sabia proclama: «Nuestro fin será vuestra hambre», «Hambre y protesta», «No farmers, no food (No agricultores, no comida)».
Tradición familiar: ¿El fin del relevo?
Uno de los aspectos que suele pasar por alto es en el vínculo que une a buena parte de los agricultores y ganaderos que salen a las calles en pie de guerra.
Saben que si no luchan hoy, no habrá relevo generacional ni un futuro próspero para la juventud que ha decidido sumarse a la tradición familiar, asumiendo un oficio ancestral que hoy está depreciado en la sociedad actual.
Muchos de los tractores y camionetas eran conducidos por padres e hijos agricultores dispuestos a no dar su brazo a torcer a los delirios políticos de la Agenda 2030. «La mayor parte de la gente que estamos aquí es por vocación y tradición familiar, esto se mama desde crío», nos explicaban a nuestros micrófonos.
«Yo soy tercera generación, he estudiado para esto. Hice una formación superior para poder vivir del campo. Con 19 años me di de alta como autónomo, y ahora con 29, me doy cuenta que la actividad de mi explotación ha caído en picado», nos relataba otro.
«Tenemos buenas producciones, buena gestión, pero sin embargo los números no cuadran, y salimos todos los días a trabajar sabiendo que perdemos dinero», añadía.
«Mi sueño desde pequeño es ser agricultor, a mí es lo que realmente me llena, pero en un pueblo es cada vez más difícil seguir», confiesa otro de los jóvenes, quien sabe que en ellos está realmente el futuro de la vida de los pueblos: «Somos la base de la alimentación de las ciudades y la supervivencia de los pueblos, sin nosotros los pueblos no sobreviven».
Los agricultores y las políticas de la Agenda 2030
«Estamos hartos de la Agenda 2030, de estas políticas con las que nos quieren freír. A los agricultores nos están poniendo como los culpables de los supuestos problemas medioambientales que ellos se están inventando, cuando nosotros vivimos del medioambiente y del campo. Somos los primeros interesados en que el campo funcione», explica otro.
Un agricultor en la tractorada de Zaragoza: «Es muy fácil hacer leyes y llevarse la pasta para veranear en Tailandia»https://t.co/xDBZTlGJU3
— okdiario.com (@okdiario) February 6, 2024
«Pasamos casi más horas en un despacho haciendo papeles para que no tengas una sanción, que en el campo con el tractor», comparten con nosotros su día a día.
«Nosotros no queremos ser un sector subvencionado, queremos ser rentables por nosotros mismos, pero la globalización nos lo impide. No podemos competir con las condiciones de países extracomunitarios, como Marruecos, Argelia, y América. Además las condiciones laborales son distintas», expresa otro más.
Esta es la lucha que les une. Un sufrimiento común al margen de partidos políticos, de la ideologización extrema en la que se ha convertido nuestros salones de televisión y los poderes legislativos.
«Hay cosas que son viables para la administración, como la reducción burocrática, así como el control máximo de lo que se importa en terceros países. Eso está en su mano, y de hoy para mañana lo pueden solucionar. Así que no vamos a parar hasta que no haya un cambio y un compromiso firme de que se nos va a respetar como trabajadores», expresa uno de los jóvenes.
Una dura crítica que también dirigen a los sindicatos, de los que se sienten estafados. «Estamos hartos que nuestros representantes sindicales se apoltronen y nos empleen para pactar todo, no defender nada, cobrar todo y vivir de ello. Somos los agricultores a nivel individual los que nos hemos organizado por grupo de WhatsApp. Es muy grande lo que ha sucedido hoy».
Pero ante este sin sentido, ¿cuál es verdaderamente el fondo de la cuestión? ¿Por qué y para qué harán la vida imposible a estas personas que tienen muy claro cual ha sido su trabajo y el modo de desempeñarlo durante siglos?
Tal vez la respuesta haya que buscarla en los campos de al lado, en los big data, en la robotización. Uno de nuestros entrevistados nos da una pista, nos abre un nuevo horizonte para comprender dónde está la verdadera lucha de nuestra tierra.
«Estos últimos años, han llegado muchos fondos de inversión y nos están dando la puntilla. Están acaparando buena parte de todas estas explotaciones que van abandonando. No se si es la intención de que se queden con nuestras tierras, pero lo van a conseguir al ritmo que vamos», concluye.
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