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Nueva polémica en Sevilla por la restauración de una Virgen: la hermandad de Bellavista, denunciada

La hija del imaginero demanda a la hermandad y pide una indemnización por traicionar la obra original

Tras el terremoto vivido en Sevilla por los cambios en la imagen de la Virgen de la Esperanza Macarena, llega una nueva polémica: la restauración de la talla original de la Virgen del Dulce Nombre apunta a los tribunales. La hija del imaginero ha denunciado a la hermandad de Bellavista y pide una indemnización por los «daños morales» causados.

Sobre estas líneas, a la izquierda de la imagen, se observa la talla original de la Virgen del Dulce Nombre. A su lado, cómo quedó después de ser renovada en 2021. Guadalupe Álvarez-Duarte Ortega, hija del autor de la talla, Luis Álvarez Duarte, ha presentado una denuncia contra la hermandad de Bellavista por la restauración y el juez la ha admitido a trámite.

La hija de escultor considera que la segunda Virgen no se parece en nada a la que su padre talló en 1969 y pide una indemnización por alterar la fisonomía de la imagen. Comparando ambas, se aprecian diferencias significativas en la mirada, las cejas, los labios y la tonalidad de su rostro. El propio restaurador reconoció el pasado mes de marzo en Canal Sur que la talla había sufrido «un cambio brutal».

En la demanda, adelantada por ABC, se señalan «cambios trascendentales en el volumen de su rostro, nariz y mandíbula, en la profundidad de las comisuras de la boca y los pliegues y hoyuelo de la barbilla, la alteración en el espectro y profundidad de su mirada, la desaparición de la pátina característica de su autor y la presencia de una policromía radicalmente distinta».

Por todo ello, la hija del imaginero pide recuperar la «integridad artística de la obra» y «reponer a su estado original» la Virgen del Dulce Nombre, preferiblemente a cargo del escultor Ventura Gómez, discípulo de Duarte, «o en su caso por otra persona capacitada profesionalmente para ello».

Además, reclama una indemnización simbólica de 2.112,90 euros por los «daños morales causados», la mitad del precio pactado cuando la hermandad adquirió la obra hace más de medio siglo. Dicha indemnización, en caso de estimarse, se donaría a Cáritas.