Bienvenidos a un mundo de piedra
Sentirse un elfo durmiendo en los árboles es una experiencia única, pero quizás el viajero es más del mundo enano, es decir, de un entorno donde la piedra es la reina. No sólo en El Señor de los Anillos se habla de la capacidad de los enanos de trabajar la piedra, sino que forma parte de la mitología occidental. Y es que los lugares «pedregosos» tienen una magia tal que pueden provocar en quienes los visitan cierta sensación de nostalgia… muy enana, por otra parte.
A continuación presentamos algunos parajes que cualquier viajero no olvidará cuando los visite, recordando, eso sí, que en Cuenca se encuentra la maravillosa Ciudad Encantada, muy recomendable para cualquiera que desee ver lo que el paso del tiempo es capaz de hacer en el terreno.
Un jardín de piedra
El Jardín de las Rocas se encuentra en Chandigard, India. Sin duda es un lugar que no deja indiferente a nadie, e incluso muchos lo comparan con el Parque Güel de Barcelona, aunque en el caso indio ha sido realizado por un hombre autodidacta, con materiales reciclados. Su nombre fue Nek Chand, un emigrante que en 1951 entró a trabajar al cuidado del terreno. Fue reciclando todo tipo de objetos y creando grupos de esculturas que ordenaba por temática. El parque recibe al día a unos 4.000 visitantes y en su evolución ha pasado de 49.000 a 160.000 metros cuadrados.
Bosque de Piedra
De India nos vamos a Madagascar a ver “El Bosque de Piedra” o Tsingy. Hay bosques de piedra en varias partes del mundo, pero esta maravilla destaca porque las rocas brotan de la tierra con alturas que pueden alcanzar los 120 metros. Tanto es así que moverse por algunos sitios del bosque es casi imposible –ni aunque fueras un enano de pro–. Ésta posiblemente sea la razón por la que se mantiene (afortunadamente) intacto. Cabe señalar que la Reserva Natural de Tsingy o Bosque de Piedra fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
Cascada petrificada
Saltamos de continente y viajamos a México, hacia la “La cascada petrificada de Hierve el agua”. Se encuentra en el Estado de Oaxaca, en Hierve el agua –sí, se llama así–. Y en realidad son dos cascadas petrificadas de más de 200 metros de altura. En la zona conocida como “anfiteatro” hay pozas naturales con el agua a 24º, en las que es posible nadar y admirar las vistas panorámicas.
Ola de piedra
Y para acabar toca Arizona, en Estados Unidos, donde se puede «surfear» una ola de piedra. En su día fue un conjunto se dunas que, con el paso del tiempo, se calcificó en capas horizontales y verticales. El mejor instante del día para visitarla es al amanecer o al atardecer.
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