Los menores de Castro Urdiales contaron que la madre les maltrataba para justificar el crimen
La familia niega que la madre maltratara a sus hijos
Los vecinos escucharon el crimen pero pensaron que era una bronca más entre la madre y los hijos
Los menores de Castro Urdiales contaron en sede judicial que la madre les maltrataba habitualmente. Unas declaraciones con las que intentaron justificar el estallido de violencia que dio lugar al crimen.
Según los niños, la madre les maltrataba física y verbalmente, con humillaciones constantes. La confesión tuvo lugar una vez que fueron entregados por la Guardia Civil a la Fiscalía de Menores ya que los agentes legalmente no pueden hablar con ellos, salvo las cortas manifestaciones espontáneas que hicieron reconociendo el crimen.
La familia niega que la madre les maltratara y fuentes del caso confirman que no había denuncias previas por violencia intrafamiliar.
Tras reunir en un tiempo récord todas las pruebas necesarias para inculpar a los menores de Castro Urdiales del asesinato de su madre, a los investigadores sólo les queda averiguar qué fue lo que precipitó el crimen.
Así fue el crimen de Castro Urdiales
Los menores ya dieron una versión de los hechos de forma espontánea a la Guardia Civil cuando les detuvo la madrugada de este jueves escondidos en una cabaña del Parque Cotolino. Los hermanos contaron a los investigadores que su madre intentó agredirles en la cocina durante una riña por las malas notas y en la refriega la apuñalaron en multitud de ocasiones. Una de las cuchilladas en la nuca fue la que mató a su madre.
Los hechos tuvieron lugar el miércoles tras el regreso del colegio. La única duda en todo el relato del crimen es la hora del asesinato. Los forenses se inclinan en que fue alrededor de las 19:00 horas. Los investigadores creen que fue un poco antes.
Los guardias se inclinan por que el crimen tuvo lugar justo después de la vuelta del colegio, apoyándose en las declaraciones de los vecinos que escucharon el momento del crimen y no le dieron importancia. La Guardia Civil también tiene en cuenta el tiempo que los menores invirtieron en intentar borrar todas las pruebas antes de salir de casa.
Sea como sea, el asesinato tuvo lugar en la cocina de la vivienda y se ejecutó con un cuchillo de cocina que los menores lavaron y escondieron entre el resto de cuchillos de la casa, pero ya está en poder de la Guardia Civil.
Encuentran el móvil de la madre
Gracias al trabajo de la Policía Judicial y de los especialistas de Criminalística, la Guardia Civil sabe que, tras el crimen, los menores se quitaron toda la ropa manchada de sangre y desnudaron el cuerpo de su madre. La ataron de pies y manos para poder bajarla dos pisos hasta el garaje y depositaron el cuerpo en los asientos de atrás del vehículo.
Los guardias creen que no intentaron mover el coche, sólo querían fingir que alguien les había intentado secuestrar, matando a la madre en el intento.
Los guardias saben todo esto porque, a pesar de que los niños limpiaron toda la casa, descubrieron con facilidad las huellas del lugar del apuñalamiento y el rastro que dejaron al transportar el cadáver. También las bolsas de basura que, una vez muerta, le pusieron a su madre en la cabeza para intentar evitar más manchas de sangre en la casa y el coche.
Luego recogieron gran parte de la ropa y los efectos del crimen y los arrojaron a un contenedor de basura delante de su misma casa. Allí ha encontrado todo la Guardia Civil.
Antes de marcharse, los menores de Castro Urdiales hicieron una mochila y se llevaron el teléfono móvil de su madre. Se fueron camino del Parque Cotolino, donde les llevaban sus abuelos cuando eran pequeños, a un kilómetro a pie de su casa.
En el camino, y ante la insistencia de su abuela, cogieron la llamada entrante al teléfono de su madre. Le dijeron que les habían «secuestrado» y que a su madre «le había pasado algo malo», se deshicieron del teléfono para evitar que los localizaran y siguieron su camino hasta esconderse en una cabaña del parque.
Entre tanto, los guardias se lanzaron a buscar a los niños e informaron al padre que volvía, ajeno a todo, desde su trabajo en Bilbao.
La Guardia Civil no tardó mucho en encontrarlos. Uno de ellos intentó huir pero fue capturado. Los menores admitieron el crimen ante la Guardia Civil de forma espontánea, llegaron a admitir todos los pasos del crimen y contaron su versión de que su madre les maltrataba y esa misma tarde volvió a hacerlo. Luego callaron. Horas después, los guardias encontraron el teléfono móvil de la madre.
Con todas las pruebas del crimen en sus manos, incluida el arma y la ropa de los autores, y tras entregar a los detenidos a la Fiscalía de Menores, los guardias se han centrado en los testigos.
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