Una presentadora catalana pide éste polémico requisito para comprar un piso en Barcelona: es discriminatorio
Núria Marín propone que para comprar piso en Barcelona se hable catalán
Núria Marín, conocida presentadora de televisión, periodista y figura mediática nacida en Viella (Lérida), ha desatado tosa una controversia. Marín plantea una idea sorprendente: «Si volem protegir la llengua, potser han de vendre els pisos de l’Eixample a gent que parlem català» («Si queremos proteger la lengua, tal vez deban vender los pisos del Ensanche a gente que hablamos catalán»), ha dicho, en una entrevista. La rocambolesca propuesta ha reavivado el debate sobre la supervivencia del catalán con esta propuesta medida discriminatoria y hasta clasista, para preservarlo.
Marín, con una extensa carrera en programas de Mediaset, ahora también activa en TikTok, abordó en la entrevista a Ara el supuesto declive del catalán, el tema recurrente en sectores independentistas y socialistas de Cataluña: el catalán estaría al borde de la extinción, pese a las últimas cuatro décadas de políticas de inmersión lingüística y normativas destinadas a protegerlo. Estudios encargados por la Generalitat catalana, ayuntamientos y otras instituciones parecen respaldar, naturalmente, esta percepción, al señalar un retroceso en su uso cotidiano, especialmente en Barcelona, donde la llegada de población foránea ha transformado el paisaje lingüístico. O sea, la culpa, es de la inmigración adinerada y el turismo.
La presentadora sugiere para evitarlo la solución radical de condicionar la venta de viviendas en zonas emblemáticas como el Ensanche o los barrios más acomodados de la ciudad a la identidad lingüística de los compradores. «Me gustaría animar a la gente que está heredando pisos aquí en Cataluña que si queremos proteger el catalán puede que tengamos que hacer el esfuerzo de vender las casas a gente de aquí, que hablamos catalán», afirma la periodista Núria Marín.
Dice que muchos herederos de propiedades, «catalanes de toda la vida», las venden a precios elevados, sabiendo que atraerán a compradores extranjeros, lo que, según ella, diluye la presencia de hablantes de catalán en la ciudad. Y apunta a la «inmigración rica».
«Cada vez hay más gente que viene a vivir a Barcelona que no habla catalán, que no se relaciona con catalanes, que se junta con los de su país porque hay chupipandis de expats (inmigrantes con buenos sueldos y pasaportes), explica, diferenciándola de la inmigración de menor poder adquisitivo, que suele acaparar más atención mediática». Para Marín, este flujo de residentes internacionales, que a menudo se instalan en las zonas más exclusivas, contribuye a un desplazamiento tanto lingüístico como físico de los catalanohablantes. «Que los catalanes no tengamos que irnos si es posible», concluye.
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