Explosión en Madrid

El párroco de La Paloma desvela que no llegaron a tocar la caldera: «No nos dio tiempo»

Las cuatro historias detrás de los cuatro fallecidos en la explosión de la calle Toledo
Varios agentes vigilan la zona donde se produjo una explosión en la calle Toledo. Foto: EP

La brutal explosión en una edificio parroquial en la calle Toledo de Madrid que causó 4 muertos se produjo por un escape de gas. En un principio se pensaba que la deflagración ocurrió mientras un operario manipulaba la caldera para arreglarla, pero el párroco de la Parroquia Virgen de la Paloma ha desvelado que no les dio tiempo a manipular nada.

En un comunicado publicado en la página web de la parroquia, el encargado de la iglesia explica que ni el sacerdote ni el electricista que fallecieron en la explosión al lado de la caldera llegaron a manipularla «en ningún momento» porque advirtieron el olor a gas minutos antes y «no les dio tiempo» a reaccionar.

«Como párroco, y a la luz de las informaciones, testimonios internos y datos de los que hasta el momento disponemos, lo que os puedo decir es que todo lo ocurrido se produjo en un lapso tan breve que no nos dio tiempo ni siquiera a ser conscientes de lo que estaba pasando. Fuimos seis personas las que percibimos, en apenas unos minutos, un extraño olor a gas en cuatro puntos distintos: patio, planta cero, planta quinta y planta sexta. Pero no dio tiempo a nada más que a advertir ese olor», ha señalado.

Asegura que nadie tuvo tiempo de intervenir «en modo alguno»: «Solamente, como cualquier persona preocupada por el olor a gas, intentaron conocer la causa, seguir el rastro, sin manipular en ningún momento ninguna de las calderas».

Con este escrito el párroco quiere dejar claro que la explosión no fue responsabilidad de nadie y pide «paciencia» para esperar a que la Policía Científica les informe sobre el avance de sus investigaciones: «Esto es lo que yo os puedo transmitir: David, el padre Rubén y los otros dos fallecidos y los demás heridos fueron víctimas. A unos les pilló dentro, a otros fuera».

Gabriel Benedicto ha recordado a sus dos amigos fallecidos en el accidente: Rubén, cura, y David, el electricista. Sobre Rubén asegura que era su «gran compañero y amigo», con quien ha «vivido el confinamiento de la pandemia en familia».

De David destaca que fue «catequista de adolescente» y que era un «padre ejemplar, dispuesto siempre a entregar su tiempo día y noche». «Nunca le vi dejar de entusiasmarse por todo: muy enamorado de Sara, devoto de la Virgen, fanático del Atleti», sentencia.

Este es el comunicado íntegro:

Desde el dolor y el misterio ante el que siempre nos coloca la muerte, la Parroquia Virgen de la Paloma quiere agradecer las numerosas muestras de cariño y de cercanía que está recibiendo desde que ayer, miércoles 20 de enero, se produjera la explosión que ha dejado cuatro víctimas mortales y once heridos de distinta consideración.

Como párroco, y a la luz de las informaciones, testimonios internos y datos de los que hasta el momento disponemos, lo que os puedo decir es que todo lo ocurrido se produjo en un lapso tan breve que no nos dio tiempo ni siquiera a ser conscientes de lo que estaba pasando. Fuimos seis personas las que percibimos, en apenas unos minutos, un extraño olor a gas en cuatro puntos distintos: patio, planta cero, planta quinta y planta sexta. Pero no dio tiempo a nada más que a advertir ese olor.

Ahora debemos ser pacientes y esperar a que la policía científica nos informe sobre el avance de sus investigaciones. Esto es lo que yo os puedo transmitir: David, el padre Rubén y los otros dos fallecidos y los demás heridos fueron víctimas. A unos les pilló dentro, a otros fuera.

No tengo más que agradecimiento por haber sido testigo de la vida de estos dos grandes amigos. Estaban siempre juntos y así les encontró la muerte.

Rubén, mi gran compañero y amigo, con quien he vivido el confinamiento de la pandemia en familia, celebrando la Eucaristía diariamente. He conocido su fuerza en la debilidad, su paciencia al obedecer, su sentido del humor, su agudeza. Lo sentíamos como un hermano.

David, catequista de adolescentes, padre ejemplar, dispuesto siempre a entregar su tiempo día y noche. La gratuidad y la alegría eran sus notas características. Nunca le vi dejar de entusiasmarse por todo: muy enamorado de Sara, devoto de la Virgen, fanático del Atleti.

Estaban ellos como pudieron estar otros. Ni David ni Rubén ni ninguno de nosotros tuvo tiempo de intervenir en modo alguno. Solamente, como cualquier persona preocupada por el olor a gas, intentaron conocer la causa, seguir el rastro, sin manipular en ningún momento ninguna de las calderas.

Como no podía ser de otra manera, estamos en contacto permanente con las autoridades judiciales, bomberos, policía y demás responsables del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, prestando en todo momento la colaboración que es necesaria para esclarecer cuanto antes la verdad y la secuencia de los hechos.

Pedimos al Señor que consuele en lo profundo a todos los familiares de las víctimas y seguimos confiando en que la tribulación dé paso a la esperanza.

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