España participa en la carrera por la manipulación del ADN
El Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica recayó este 2015 en Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, referentes mundiales en ingeniería genética por el desarrollo de un método, el CRISPR-Cas9, que permite editar el ADN. La técnica se ha empleado ya contra el cáncer, el VIH o enfermedades raras.
El hallazgo, considerado uno de los principales en la última década de la biomedicina, ha iniciado una carrera por explotar sus posibilidades, que llevadas a su extremo plantean debates tan ricos como complejos y delicados. El CRISPR-Cas9 abarca la curación de graves problemas hoy ordinarios y también la modificación de rasgos físicos y hasta del sexo de futuros bebés.
Recientemente, investigadores del Francis Crick Institute de Londres han pedido permiso al Gobierno británico para la editar los genes de embriones humanos. Necesitan autorización para conocer más en profundidad las primeras etapas del desarrollo con el objetivo de ofrecer mejores tratamientos clínicos para la infertilidad.
Fuera de los laboratorios, la comunidad científica discute el componente ético de la tecnología, especialmente sobre la derivada de los ‘bebés de diseño’, sin poner en duda su utilidad para cambiar o eliminar defectos genéticos. España no es ajena a esta cuestión.
Este año, expertos españoles manipularon por primera vez ADN de un embrión para curarlo. Siguieron la estela del Reino Unido, primer país en dar luz verde a los ‘bebés de tres padres’ -óvulos de dos mujeres y esperma de un varón- para evitar el nacimiento de niños con enfermedades mitocondriales.
China es otra potencia en la materia. Suya fue la primera aplicación efectiva del CRISPR-Cas9, como informó ‘Nature’. Sin embargo, sus responsables detectaron gran número de mutaciones inesperadas, lo que invita a pensar en el tiempo que falta para el perfeccionamiento de la innovación y la necesidad de que recaiga en buenas manos.
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