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Desde un plató de TV a un cementerio: así es el enorme búnker de La Moncloa donde caben hasta 200 personas

Felipe González mandó la construcción de un búnker en la sede de la Presidencia del Gobierno

El desconocido refugio tiene tres plantas con 7.000 metros cuadrados y hay zonas muy curiosas

Hay 40 personas que están trabajando en este búnker que ahora disfruta Pedro Sánchez

Pocas veces se han desvelado con tanto detalle los misterios que encierra el complejo de La Moncloa. Construido durante la década de los ochenta como un refugio ante posibles ataques a la estructura del Estado, este impresionante búnker vuelve a ocupar titulares gracias a los testimonios de quien fue testigo directo de su funcionamiento: María Ángeles López, ex secretaria de varios presidentes del Gobierno. Su intervención televisiva ha arrojado luz sobre uno de los espacios más protegidos y menos conocidos del poder ejecutivo.

Aunque su existencia es un secreto a voces, el búnker de Moncloa tiene sus orígenes en plena tensión internacional. Durante los primeros años de la democracia, y ante los riesgos geopolíticos de la Guerra Fría, se planteó la necesidad de construir un espacio donde el Gobierno pudiera protegerse y operar en caso de una catástrofe de gran magnitud. La idea inicial contemplaba su ubicación en Toledo, en una operación conocida como Operación Orión.

Sin embargo, aquel plan fue descartado por el entonces presidente Felipe González, quien optó por construirlo directamente bajo la sede de la presidencia, en pleno corazón de Madrid. Según explicó María Ángeles López, todos los implicados en el proyecto firmaron un compromiso de confidencialidad de diez años, lo que explica el silencio institucional que lo ha rodeado desde entonces.

A pesar de que su existencia se sospechaba, los detalles eran hasta ahora desconocidos para la mayoría. Su construcción fue un ejercicio de previsión y sigilo, ideado para resistir situaciones de máxima gravedad. Y aunque nunca se ha utilizado con el propósito original para el que fue creado, sí ha cumplido un papel clave en varios episodios recientes.

Caben hasta 200 personas

El búnker no es una habitación fortificada ni un simple sótano reforzado. Se trata de una estructura de gran complejidad repartida en tres niveles subterráneos que suman un total de 7.000 metros cuadrados. Está diseñado para permitir el funcionamiento completo del Gobierno durante una situación de aislamiento prolongado, como podría ser una guerra, una catástrofe biológica o un atentado masivo.

Una de las salas de La Moncloa. (Foto: Gtres)

Dentro del complejo se encuentran todo tipo de salas específicas: desde despachos de trabajo hasta áreas de reunión y salas de comunicaciones. Pero lo que más sorprende son los espacios pensados para situaciones extremas, como un hospital plenamente equipado con quirófanos o un cementerio subterráneo donde poder depositar cadáveres en caso de que las circunstancias lo exijan.

El diseño prevé la estancia de unas 200 personas, entre las que se incluyen el presidente del Gobierno, su familia, ministros, mandos militares y altos funcionarios. Todo está concebido para que, en caso de quedar incomunicados del exterior, puedan subsistir durante el tiempo necesario sin depender de recursos externos.

Así es el interior del búnker

Entre las instalaciones más llamativas del búnker, destaca la presencia de un plató de televisión completamente funcional. Este espacio permite la emisión de mensajes institucionales incluso en condiciones de emergencia. El sistema de comunicaciones está conectado al exterior mediante fibra óptica, garantizando la transmisión de datos y órdenes sin interrupción. Además, todas las salas están interconectadas con un hilo musical, una curiosidad que refuerza la idea de que cada detalle fue planificado hasta el mínimo nivel.

Una de las plantas más profundas alberga varias dependencias que parecen propias de un guion cinematográfico. Hay una cafetería para el personal, un anfiteatro para proyecciones estratégicas y una cámara frigorífica que, más allá de su función alimentaria, también está habilitada para conservar cuerpos sin vida. María Ángeles López no dudó en describirlo como «muy de película», subrayando lo impactante que resulta ver en persona la magnitud de la instalación.

Hay 40 empleados a cargo de todo

Aunque su función principal nunca se ha activado del todo, el búnker no permanece inactivo. De forma habitual, unas 40 personas trabajan en su mantenimiento y operatividad. El protocolo exige que siempre esté listo para ser utilizado, sin importar que nunca se haya vivido una situación de emergencia nuclear o militar.

A lo largo de las últimas décadas, el búnker ha servido como centro de operaciones en varios momentos delicados. Se ha utilizado en contextos internacionales como la guerra de los Balcanes o durante la tregua de ETA. También fue activado ante la amenaza informática que supuso el efecto 2000, cuando se temía el colapso de los sistemas tecnológicos al cambiar el milenio.

En ese episodio concreto, el entonces presidente José María Aznar, acompañado por miembros de su equipo como Álvarez Cascos y Ángel Acebes, llegó a pasar la Nochevieja dentro del búnker. Lo hicieron como medida de precaución, por si fuera necesario tomar decisiones rápidas ante un posible colapso del transporte o las infraestructuras tecnológicas del país. Fue una forma simbólica de asegurar la continuidad del poder político en un momento de incertidumbre.

Durante la pandemia de COVID-19, también se recurrió a estas instalaciones. Aunque no se activó su uso como refugio, sirvió como entorno seguro y apartado para gestionar las decisiones del Gobierno. Incluso Pedro Sánchez lo ha utilizado puntualmente, igual que hace con otros servicios públicos.