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Amaia Arguiñano, la hija menos mediática de Karlos Arguiñano: ingeniera de élite y gestora del negocio familiar

La familia de Karlos Arguiñano está involucrado en el entramado empresarial del cocinero

Los hijos del presentador se dedican al mundo de los negocios y están bien posicionados

Amaia Arguiñano no quiere ser conocida por su mediático apellido

En un entorno donde el apellido pesa y la exposición mediática suele parecer inevitable, Amaia Arguiñano ha construido una trayectoria única, independiente y coherente. Hija del cocinero Karlos Arguiñano, su historia no ha seguido el guion habitual de quienes nacen en el seno de una familia conocida. Alejada de los focos, optó por recorrer caminos inesperados y exigentes, hasta convertirse en la gestora de uno de los proyectos más personales del clan: su bodega en Aia, un rincón privilegiado en las montañas guipuzcoanas.

Lejos de instalarse en el confort que le ofrecía su apellido, Amaia entendió desde joven que su camino no pasaba por replicar lo ya construido. No rechazaba su identidad, pero sí se negaba a quedar anclada en ella. Con determinación, buscó experiencias distintas y se lanzó a explorar el mundo, no por necesidad, sino por convicción. Su vida, como ella misma admite, ha sido un ejercicio continuo de afirmación personal, una forma de moverse por elección y no por inercia.

Karlos Arguiñano en su progama. (Foto: Antena 3)

Ese impulso vital la llevó a alejarse, a vivir incómoda durante años, a transitar aeropuertos, compartir jornadas con equipos internacionales y despertarse cada día en un país distinto. En esa etapa, su apellido no era una carta de presentación, sino un dato anecdótico. Eligió el mundo del motociclismo de élite, concretamente en el AGR Team y se mantuvo seis años en la trastienda de un deporte que exige precisión, tensión y mucha capacidad técnica.

Así empezó la historia de Amaia Arguiñano

Amaia nació en Zarautz, en el corazón de la costa vasca, y creció rodeada del ritmo vertiginoso de la hostelería. Desde adolescente, cada verano echaba una mano en el restaurante y el hotel familiar. Sin embargo, aquella rutina le permitió reconocer pronto que quería abrirse a otros horizontes. Fue entonces cuando decidió formarse en una disciplina técnica: primero cursó Ingeniería Técnica Mecánica en Mondragón, después un grado superior y finalmente culminó sus estudios como Ingeniera Industrial con especialidad en Materiales.

La elección no fue casual. Desde pequeña, sentía fascinación por las matemáticas y la física. Esa inclinación por el análisis, el diseño y los procesos técnicos acabó definiendo el núcleo de su perfil profesional. Y, en paralelo, fue moldeando su carácter, su exigencia personal y su método de trabajo. Convertida en madre recientemente y tras una etapa tan enriquecedora como agotadora, Amaia decidió regresar a sus raíces. Eligió asentarse de nuevo en el País Vasco y canalizar su energía hacia un proyecto con más anclaje en lo personal: la gestión de la bodega familiar Bk5, situada en Aia, un lugar de verdes intensos que se asoma al mar Cantábrico. Allí, su labor ha comenzado a dar frutos tangibles.