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Trabajo ‘postpandémico’

¿Por qué los avances científicos en Sanidad se resienten por las colaboraciones a distancia?

Los encuentros virtuales no son comparables al trabajo codo a codo

Los equipos científicos que trabajan en remoto son menos productivos

Un nuevo trabajo en el que han participado expertos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) muestra que los científicos que colaboran a distancia aprovechando las nuevas tecnologías no obtienen tan buenos resultados como los que comparten espacio real. El análisis se ha llevado a cabo junto  a un equipo de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) y ha estudiado cómo realizan su labor grupos de científicos de todo el mundo. Los resultados se han dado a conocer en la revista científica Nature.

De acuerdo con sus conclusiones, aunque la colaboración en remoto tiene potencial para producir ideas científicas novedosas y creativas porque conlleva acceso relativamente sencillo al conocimiento global, es más difícil que las personas que trabajan en este esquema se integren de forma que lleguen a resultados rompedores.

Uno de los autores principales, Carl Frey, profesor de inteligencia artificial en el Oxford Internet Institute, ha declarado: “La revolución informática y la presencia de internet han puesto en contacto talentos de todo el mundo, pero, en lugar de acelerar la innovación, como muchos predijeron, los estudios muestran que esta decae. Nuestro estudio ofrece una explicación a este fenómeno, si bien la colaboración por internet puede aunar talento de procedencias muy diferentes, también hace que sea más complicado espolear nuevas ideas”.

La tecnología no es suficiente

En la actualidad se habla mucho de que la inteligencia artificial está acelerando la innovación. No obstante, muchos dijeron más o menos lo mismo cuando aparecieron los primeros ordenadores, ha añadido. “Esto debería servir para recordarnos que es poco probable que haya una solución puramente tecnológica a nuestros problemas en el campo de la innovación”, razona el experto.

Sus colaboradores analizaron más de 20 millones de trabajos de investigación publicados entre 1960 y 2020, en los que habían trabajado más de 22 millones de científicos de 3.500 ciudades. También examinaron 4 millones de patentes registradas entre los años 1976 y 2020 por parte de 2,7 millones de inventores en más de 87.000 localizaciones.

Sus observaciones en este periodo:

Para los autores, estos hallazgos tienen importantes implicaciones en cuanto a la política en materia de innovación: Hay que hacer que el trabajo a distancia, que tanto se usó durante la pandemia y permitió mantener activas muchas investigaciones importantes, vaya siendo sustituido por más colaboraciones en persona.

Lo que dicen es que la atención a la infraestructura digital no debe ir por delante de la inversión en infraestructuras físicas para los equipos de investigación.

En palabras de otro de los autores, Lingfei Wu, de la Universidad de Pittsburgh, “la verdadera innovación suele tener una ciudad natal, porque la proximidad geográfica rompe la jerarquía, facilita estructuras planas y comunicación intensa en los equipos, elementos esenciales para que broten ideas rompedoras”. Como ejemplo, añadía: “Es más fácil que un estudiante de doctorado hable de modo informal con un profesor experimentado en un pasillo que con un correo electrónico, aunque lo digital aporte avances, los encuentros virtuales no pueden sustituir del todo el valor único que tienen las interacciones cara a cara para acelerar la innovación”.