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La población más vulnerable reduce un 30% la compra de alimentos frescos

El estudio «Alimentación en la sociedad del siglo XXI post pandemia: decisión alimentaria (2022)» , trata de conocer el impacto de los estilos de vida a través de los determinantes sociales y económicos en los hábitos de compra y consumo así como analizar el conocimiento y percepción de sostenibilidad alimentaria en la población española. El estudio ha sido elaborado por la Fundación MAPFRE y el Instituto Universitario de Investigación CEU Alimentación y Sociedad.

Para la realización de este informe, se ha encuestado a 2.000 personas entre el 18 de abril y el 3 de mayo de 2022, mayores de 18 años. Este es el tercer estudio que ambos organismos presentan sobre los hábitos de compra y la sostenibilidad alimentaria y algunas de las respuestas han resultado muy reveladoras. El director del área de Promoción de la Salud de Fundación MAPFRE, Antonio Guzmán Córdoba explicó durante la presentación: «La sociedad española está viviendo una época de importantes cambios, acentuados por la pandemia Covid-19 y crisis económica, con un gran impacto potencial en los hábitos alimentarios y el estado nutricional de la población, a lo que habría que añadir los nuevos estilos y condiciones de vida, la preparación de los alimentos y el teletrabajo».

Lo que más destaca en esta oleada es el descenso del 30% en la compra de alimentos frescos por parte de la población más vulnerable, con menos ingresos. Un porcentaje que llega hasta el 50% en los hogares con cinco o más miembros. En el estudio se aprecia que más del 35% de la población ha visto deteriorada su situación economía después de la pandemia llevándoles a cambiar los hábitos alimenticios y a comprar más alimentos de marca blanca y menos productos frescos.

El director del departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Universidad CEU y presidente de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación, y Dietética (FESNAD), Gregorio Varela señaló durante su turno de palabra: «El 30% de disminución en la compra de alimentos frescos es un porcentaje muy preocupante. La dieta mediterránea se basa en el consumo de productos vegetales, hortalizas y alimentos frescos». y ante las alternativas que hay en el mercado para poder acceder a estos productos de manera más económica indicó: «España es líder en los procesos de congelación del pescado y podemos comprarlo congelado, al igual que las verduras porque mantienen casi intactos los niveles nutricionales». Además, añadió: «Consumir alimentos de temporada y de proximidad, puede ayudar a ajustar el precio de la cesta de la compra. Ojalá podamos recuperar rápido este porcentaje para que la adherencia a la dieta mediterránea sea mayor y mejor».

Alimentación silenciosa

Además de la bajada de la compra de alimentos frescos, una de las respuestas que más ha sorprendido a los investigadores es que sube el porcentaje de gente que desayuna y come sola a 50 puntos respecto a la pasada edición. El cambio se debe en una parte al teletrabajo, ya que era una figura inexistente en la estudio anterior. Sin embargo, esta modalidad de trabajo también presenta beneficios, ya que se aumenta el consumo de frutas y verduras y se disminuyen la ingesta de alimentos ultra procesados o con muchas grasas, algo que se ha visto también incrementado después de la pandemia de la COVID-19, en general, consumimos menos alimentos fritos, procesados y con exceso de azúcares.

Los españoles seguimos comiendo tres veces al día, pero la merienda va ganando adeptos, sobre todo en la población más joven. Sin embargo, según los investigadores, dedicamos poco tiempo a cada una de ellas. Aunque se han incrementado los tiempos respecto a la oleada anterior, la media del desayuno se sitúa en 17 minutos y la de la comida en 30. Pero, debería dedicarse más tiempo a ambas, sobre todo a desayunar, porque representa el 20% del total de la ingesta nutricional diaria y hay que hacerla de manera más prolongada y sentados, y no de pie, como indica que lo hace la mayoría de encuestados.

Otro parte importante de los encuestados come sin fijarse en lo que hace, mirando una pantalla, es lo que Gregorio Varela llama «la alimentación silenciosa». «En general, se puede decir que disminuye el aspecto social de la alimentación, cada vez comemos en menos tiempo, más solos y con una pantalla delante», destacó.

Por otra parte, se incrementa el número de personas que cocina, algo muy positivo, aunque las mujeres siguen siendo mayoritariamente, el 76%, las que se encargan diariamente de hacerlo. Mientras, también se observa que aumenta el interés por la cocina en hombres y jóvenes, pero no se ocupan diariamente de esta labor, si no de forma esporádica y muchos, como entretenimiento.

Sostenibilidad alimentaria

«No se entiende una dieta saludable si no es sostenible», declaró Gregorio Varela. La sostenibilidad alimentaria presenta fortalezas y debilidades. Por un lado, hay más percepción y se entiende mejor pero por otro lado, el 47% de los encuestados no está dispuesto a pagar más por comprar alimentos sostenibles. Entre 1 y 10, la preocupación por consumir alimentos sostenibles obtiene una puntuación de 6,2 así que no es una prioridad para los consumidores.

El único concepto que tenemos asimilado y destaca sobre el resto, es el desperdicio. Cada vez somos más conscientes de que hay que consumir lo justo, no tirar nada a la basura y aprovechar los restos para otras comidas. El 55% de los encuestados reconoce que no tira a la basura más del 10% de lo que compra. Como dato curioso, un 14% de la población ha pasado a una alimentación vegetariana en pro de la sostenibilidad del planeta.

En cuanto al coste medioambiental de la producción de alimentos, todavía hay muchas lagunas y errores de percepción. Así que queda un largo recorrido por hacer en educación en este aspecto, según indicaron los expertos.