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La importancia del suelo pélvico en la calidad de vida de la mujer

Las disfunciones del suelo pélvico son actualmente una de las patologías más habituales entre las mujeres de nuestro país. Una de ellas, la más común, es el prolapso del suelo pélvico, que se produce normalmente tras el parto, cuando los músculos y ligamentos de la zona se debilitan y dejan de sostener adecuadamente a los órganos pélvicos.

La mayoría de los prolapsos se producen en mujeres que han tenido uno o más partos vaginales, que han dado a luz siendo mayores, o que han sufrido cirugías pélvicas, pero también se puede dar en mujeres que sufren de sobrepeso, e incluso de tos o estreñimiento crónico. Los prolapsos afectan a la calidad de vida de las mujeres y dependiendo de su gravedad, posición y síntomas, pueden necesitar de cirugía. Un procedimiento que evoluciona constantemente, gracias a la investigación, y que aboga por ser cada vez más conservador y menos invasivo para las mujeres.

La importancia del suelo pélvico

La función principal del suelo pélvico es sostener y mantener en su posición correcta los órganos pélvicos (vejiga, útero, recto…), algo que se consigue gracias a la tensión de los músculos de la zona. Un suelo pélvico fuerte y sano es necesario para mantener la continencia, urinaria y fecal, y también una correcta función sexual, sin embargo, algunos factores como el parto vaginal, que lleva asociado el trauma y estiramiento de los músculos y ligamentos pueden debilitar el suelo pélvico.

Otro de los factores determinantes es el envejecimiento, ya que con el tiempo los tejidos del suelo pélvico se debilitan, a lo que se suma la disminución de los niveles de estrógeno tras la menopausia. La obesidad también es otro factor de riesgo significativo, ya que aumenta la presión sobre el suelo pélvico, lo que puede contribuir al desarrollo de un prolapso.

Además, existen otras condiciones médicas, como la tos crónica (producida por el tabaquismo), o el estreñimiento crónico, que incrementan la presión abdominal; y la realización de esfuerzos repetitivos (en el caso de algunos deportes y trabajos), que pueden contribuir al desarrollo del prolapso.

Mejorar la vida de la paciente

El tratamiento de esta afección puede variar dependiendo de la gravedad de los síntomas, del impacto en la vida del paciente y de si los factores de riesgo son modificables, como ocurre con el sobrepeso, el estreñimiento, o la tos crónica. En estos casos, se puede optar por un abordaje conjunto a un tratamiento de fisioterapia del suelo pélvico. Sin embargo, cuando estos tratamientos no son suficientes, la cirugía se convierte en una opción necesaria.

Desde la Unidad de Patologías de Suelo Pélvico del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Materno-Infantil Quirónsalud Sevilla, la Dra. Maribel Calero, asegura que la cirugía del prolapso del suelo pélvico es «la mejor solución para restablecer la posición adecuada de las estructuras pélvicas y corregir los problemas funcionales, que afectan a la salud y la calidad de vida de la mujer». «Hablamos de una cirugía de altas capacidades que busca mejorar la salud y el bienestar de la paciente y que le va a permitir llevar la vida que ella desee, eliminando las limitaciones que supone convivir con un prolapso», añade.

Una cirugía adaptada a los nuevos tiempos

El estilo de vida de las mujeres se ha modificado drásticamente en los últimos 50 años con la incorporación al mercado laboral, la maternidad más tardía, la práctica regular de ejercicio físico, el aumento notable en la esperanza de vida y la preocupación por la salud y bienestar genital, así como por el deseo de mantener una vida sexual placentera. Todo esto, recuerda la ginecóloga, «ha impulsado a los cirujanos de suelo pélvico a desarrollar nuevas técnicas quirúrgicas, cada vez menos invasivas, como la laparoscopia».

Elegir el mejor abordaje quirúrgico, según el caso, dependerá de la edad, la profesión y el estilo de vida de la paciente, así como de la exploración ginecológica previa, de las pruebas complementarias y de las expectativas a futuro.  «Actualmente, la investigación y la cirugía han evolucionado para garantizar una mayor estabilidad, conservando la funcionalidad, e intentando evitar la extirpación del útero», explica la Dra. Calero, por lo que se está optando por la «fijación del órgano afectado mediante una malla, ya sea por vía laparoscópica o vaginal, como una de las opciones que mayor estabilidad ofrece a las pacientes».

No obstante, añade la especialista, «esta cirugía contempla otras opciones de reparación del suelo pélvico, basadas en la utilización de la propia anatomía de la paciente, tales como la reparación de los tejidos afectados por el prolapso utilizando el propio tejido de la paciente o la fijación de las estructuras herniadas a estructuras estables oseoligamentosas como el ligamento sacrosespinoso». Además, se siguen utilizando técnicas clásicas, como la histerectomía (extirpación del útero) y otras más novedosas como la colposuspensión lateral laparoscópica o la colposacropexia laparoscópica, así como implantes vaginales de sujeción como el SRS.