El exceso de luz en las calles altera nuestro sueño
Una calle correctamente iluminada nos aporta mucha seguridad, sobre todo si salimos de casa por la noche. Pero es posible que una cantidad de luz muy grande pueda afectarnos a la hora de dormir. Según una investigación, que se presentará en Canadá el próximo mes de abril con motivo de la 68 Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología, el exceso de luz en las calles altera nuestro sueño.
El responsable de este estudio y profesor de la Universidad de Stanford, Maurice Ohayon, la sociedad está prácticamente despierta las 24 horas durante los 7 días de la semana. La iluminación al aire libre provocará que estemos mucho más activos durante la noche. Sin embargo aprecia cómo se reducen las horas de exposición a la oscuridad, alterando al sueño.
Durante ocho años entrevistó a 15.863 personas por teléfono, consultando sus hábitos de sueño, la calidad del descanso y los trastornos médicos. A partir de los datos nocturnos que facilitó el Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa, los científicos revisaron la cantidad de luz de la calle a la que se expusieron estas personas a lo largo de la noche mientras descansaban.
Los que más sufrieron la intensidad lumínica fueron aquellos que residían en núcleos urbanos de 500.000 habitantes o más. Al parecer, la fuerza de la luz era de entre tres y seis veces mayor en comparación con las personas que residen en pequeñas aldeas y ciudades. Con esta investigación se comprobó que la luz nocturna que recibimos de la calle acaba alterando la duración del sueño y acaba vinculándose con trastornos del sueño.
Aquellos que residían en lugares con una luz más potente fueron hasta un 6% más propensos a descansar menos de seis horas, en comparación con los participantes que vivían en hogares con menos iluminación. Los principales afectados por este problema reconocían sentirse insatisfechos con la calidad del sueño y la cantidad que aquellos que tenían sus hogares en espacios con menor intensidad de luz.
También apreciaron que las personas que se exponían a tanta luz iban a sufrir más fatiga, dormían menos horas por la noche y resultaban más propensos a despertar confusos. A esto se le añade que también padecían más somnolencia excesiva y deterioro de la actividad. Las cifras de comparación resultan un poco distantes entre los que duermen en hogares con mucha exposición a la iluminación artificial de la calle y los que lo hacen con menos luz.
La contaminación lumínica está presente en la mayoría de las ciudades importantes del mundo, sobre todo por su gran tamaño. Esta exposición excesiva a la luz durante la fase de descanso nocturno “afectará al funcionamiento de las personas durante el día e incrementan las posibilidades de somnolencia excesiva”, señala Ohayon. En el caso de que otras investigaciones vengan a corroborar esta teoría, no estaría mal que la gente incorporase a su casa cortinas que oscurezcan la estancia o máscaras para tapar los ojos. Lo importante es que llegue la menor cantidad de luz del exterior para no alterar el sueño.
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