Estas son algunas de las patologías que pueden derivar de una diabetes no controlada
Una buena higiene oral, hábitos saludables y visitas periódicas al dentista pueden evitar las enfermedades bucodentales relacionadas con la diabetes
Los medicamentos, nuevos y viejos, fuera del alcance de los diabéticos
La diabetes es una de las enfermedades no contagiosas más frecuentes del mundo. Según la Federación Internacional de Diabetes (FID), aproximadamente 537 millones de adultos, entre 20 y 79 años, sufren esta enfermedad. Concretamente, en España, afecta a más de 5 millones de personas y más del 30% están sin diagnosticar. Las estimaciones son negativas y se augura que en el año 2045 se habrán elevado estas cifras un 46%, con 783 millones de pacientes diabéticos en todo el mundo.
Con motivo del Día Mundial de la Diabetes, el presidente del Consejo General de Dentistas, Óscar Castro Reino, recuerda que esta enfermedad y la salud bucodental tienen una relación bidireccional: «Si los niveles de glucemia se alejan frecuentemente de los valores considerados como adecuados, el riesgo de desarrollar determinadas patologías bucodentales aumenta considerablemente. Pero también se produce una relación en el sentido contrario: las patologías bucodentales, sobre todo la enfermedad periodontal, dificulta el control de la glucosa en sangre en los pacientes diabéticos».
Así afecta la diabetes a la salud oral
Esta enfermedad reduce la resistencia del cuerpo a las infecciones y retrasa el proceso de cicatrización, favoreciendo que las infecciones bucales se agraven. Asimismo, la diabetes también puede disminuir el flujo salival y aumentar los niveles de glucosa en la saliva. Las principales afectaciones en la salud oral que provoca la diabetes son:
Caries: con el aumento de azúcar en sangre, los diabéticos pueden tener una mayor concentración de azúcar en la saliva, así como sequedad bucal. Estas condiciones crean un ambiente ideal para el crecimiento de bacterias y, si la higiene dental diaria es deficiente, es muy fácil que la placa bacteriana se acumule y se adhiera a las superficies de los dientes, lo que puede provocar caries. De hecho, se ha demostrado que las personas diabéticas presentan mayor riesgo de padecer caries en la raíz de los dientes.
Enfermedad periodontal: se trata una patología infecciosa de las encías. A medida que progresa la enfermedad, la integridad de los tejidos que sostienen los dientes se ve afectada. En una etapa avanzada, la enfermedad periodontal puede causar dolor y sangrado de las encías, dolor al masticar e incluso pérdida de dientes. Las personas diabéticas no solo son más propensas a tener enfermedades avanzadas en las encías, sino que éstas también pueden afectar al control de la glucosa en la sangre y contribuir al avance de la diabetes.
Hongos: la candidiasis oral es una infección por hongos causada por un crecimiento excesivo del hongo Candida albicans. El exceso de azúcar en la saliva, la baja resistencia a las infecciones y la xerostomía (sequedad bucal) pueden ayudar a facilitar el desarrollo de la candidiasis oral. Generalmente, esta afección se presenta como manchas blancas en el interior de las mejillas o en la lengua, pero puede afectar a la parte superior de la boca, las encías, las amígdalas o la parte posterior de la garganta.
Xerostomía: el hecho de que la enfermedad no esté debidamente controlada incrementa las probabilidades de padecer xerostomía. Uno de los motivos es que el diabético no controlado suele presentar una diuresis (secreción de orina) mayor de lo habitual, lo que puede originar una situación de deshidratación. Además, la falta de insulina provoca el mal funcionamiento de determinados órganos, entre ellos el de las glándulas salivares.
Medidas preventivas
Las personas con diabetes deben incorporar a su rutina ciertos hábitos para evitar las patologías citadas previamente:
Cepillarse los dientes meticulosamente, al menos, por la mañana y por la noche, durante dos minutos con un cepillo adecuado y pasta dentífrica fluorada. Además, se debe completar con una higiene interdental diaria con seda dental o cepillo interdental.
Llevar una vida saludable: se deben controlar los niveles azúcar en sangre, seguir una dieta adecuada y vigilar el peso, realizar ejercicio físico y evitar el tabaco y el alcohol. Tener la diabetes controlada es la mejor forma de prevenir las enfermedades bucodentales.
Visitar periódicamente al dentista, al menos dos veces al año, para detectar de forma precoz cualquier patología y poder tratarla a tiempo.
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