España no frena las muertes por amianto: provoca el 43% de cáncer en trabajadores expuestos al material
Europa sigue siendo uno de los continentes más afectados por el mesotelioma debido al uso intensivo de amianto
El cáncer es la primera causa de muerte relacionada con el trabajo en la Unión Europea. Anualmente, el 52% de las muertes ocupacionales están relacionadas con el cáncer; el 24% con enfermedades circulatorias, el 22% con otras enfermedades y el 2% con lesiones. Los tipos más comunes de cáncer ocupacional son el cáncer de pulmón, el mesotelioma (causado por la exposición a partículas de amianto) y el cáncer de vejiga.
Sin embargo, Europa ha sumado 2.380 muertes que serían evitables al año si se tomaran medidas contra el mesotelioma, el segundo cáncer más habitual. Y es que, el legado mortal de materiales como el amianto, no se ha logrado erradicar y desde el Ministerio de Sanidad, en estos seis últimos años, pocos pasos se han dado para frenar sus efectos.
El asbesto, también conocido como amianto, fue ampliamente utilizado durante el siglo XX en la construcción, la industria automotriz y la fabricación de productos como aislantes y materiales de construcción. Su uso fue prohibido en muchos países europeos en la década de 1990, pero sus efectos siguen siendo devastadores décadas después debido a su largo período de latencia.
Un problema de gran magnitud
Aunque muchos países europeos han implementado prohibiciones estrictas sobre el uso del asbesto, se estima que millones de toneladas de este material siguen presentes en edificios antiguos, infraestructuras y equipos industriales. Las víctimas del mesotelioma suelen ser trabajadores de la construcción, minería, industria naval y otros sectores que estuvieron en contacto directo con productos de asbesto durante su carrera profesional.
Europa sigue siendo uno de los continentes más afectados por el mesotelioma debido al uso intensivo de amianto durante gran parte del siglo XX. A pesar de las medidas tomadas para eliminarlo, la tasa de incidencia de este tipo de cáncer sigue siendo alta, con más de 20.000 muertes al año.
El mesotelioma es conocido por su agresividad. Los síntomas iniciales, como dificultad para respirar, dolor en el pecho y fatiga, a menudo se confunden con otras dolencias respiratorias, lo que retrasa su diagnóstico. Para cuando se detecta, la enfermedad suele estar en fases avanzadas, y las opciones de tratamiento son limitadas.
Organizaciones de salud pública y expertos en oncología piden una mayor vigilancia y más estrictas para la detección temprana del mesotelioma. Esto incluye el monitoreo continuo de los trabajadores en riesgo y la eliminación segura de productos de asbesto en todo el continente. Según el Comité Europeo para la Prevención del Cáncer Ocupacional, los gobiernos deben priorizar programas de eliminación de amianto.
A nivel europeo, se han implementado varias iniciativas para hacer frente a esta crisis. Sin embargo, los desafíos persisten. En muchos casos, el costo y la complejidad de la eliminación segura del amianto han ralentizado los esfuerzos. La falta de cumplimiento y vigilancia adecuada, especialmente en proyectos de construcción y renovación, ha permitido que la exposición al asbesto continúe siendo una amenaza latente.
Aunque los esfuerzos por eliminar el asbesto continúan, los expertos advierten que las tasas de mesotelioma no comenzarán a disminuir significativamente hasta dentro de varios años, debido al largo período de latencia de la enfermedad. Mientras tanto, se espera que el número de casos siga siendo alto en las próximas dos décadas, especialmente en países donde las prohibiciones llegaron más tarde o las normativas no se han aplicado rigurosamente.
La lucha contra el mesotelioma es tanto una cuestión de salud pública como de justicia laboral. El cáncer ocupacional, especialmente el mesotelioma, sigue siendo una deuda pendiente en la seguridad laboral en Europa.
Reducir los carcinógenos
La UE cuenta con normas destinadas a reducir el riesgo de que ocurran accidentes y enfermedades laborales. Por una parte, hay reglas que limitan la exposición a una serie de sustancias nocivas, cuya lista se revisa y actualiza periódicamente y, por otra, normas específicas para una mejor protección de los trabajadores contra el amianto.
Para reducir los carcinógenos en el lugar de trabajo, el Parlamento Europeo aprobó el 17 de febrero de 2022 la revisión de la directiva vigente. Las normas amplían el ámbito de aplicación de la directiva sobre carcinógenos o mutágenos en el trabajo para incluir por primera vez las sustancias perjudiciales para la salud reproductiva.
Además, establecen límites a la exposición al acrilonitrilo y los compuestos de níquel, y revisan a la baja el límite máximo para el benceno. El Parlamento logró un acuerdo para incluir el requisito de que el personal sanitario que maneja productos peligrosos esté mejor formado y quiere que la Comisión presente propuestas legislativas sobre límites de exposición profesional para 25 sustancias o grupos de sustancias antes del final de 2022.
En 2017, cuando se revisó la directiva por primera vez, los eurodiputados limitaron la exposición a 11 carcinógenos. Estos agentes químicos pueden causar cáncer o mutaciones genéticas. Las normas impusieron un seguimiento más estrecho de los materiales que pueden afectar a la fertilidad y a la función sexual, y obligarán a los empleadores a evaluar mejor los riesgos para sus trabajadores.
En 2019, la revisión de las reglas añadió límites de exposición a cinco productos químicos utilizados en sectores como la fabricación de baterías de níquel-cadmio, fundición de zinc y cobre, laboratorios, electrónica, funerales, construcción, salud, plásticos y reciclaje.
Al año mueren más de 70 000 personas por culpa de la exposición al amianto. Para revertir estas cifras, el Parlamento adoptó en octubre de 2023 normas que reducen el nivel máximo de exposición. El texto legislativo sigue a un acuerdo provisional alcanzado por los eurodiputados y el Consejo en junio de 2023.
Según las nuevas normas, el límite de exposición en el trabajo será diez veces menor, ya que el valor límite se reducirá de 0,1 a 0,01 fibras de amianto por centímetro cúbico (cm³). No se prevé ningún período de transición. En seis años, los Estados miembros tendrán que contar con una tecnología más moderna y sensible que pueda detectar fibras más delgadas, conocida como microscopia electrónica.
El Parlamento solicitó una estrategia europea para la eliminación de todo el amianto y la mejora de las normas existentes en una resolución adoptada en octubre de 2021.
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