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Efectos de la pandemia

España es el cuarto país de Europa con mayor tasa de suicidios en las cárceles

El riesgo de desarrollar un trastorno mental en prisión es hasta 16 veces mayor que en la calle

Estar en prisión provisional es un factor de riesgo para este tipo de decesos

La pandemia ha traído consigo una oleada de trastornos de salud mental y, de la mano, un aumento de suicidios, una cifra que se dispara entre la población reclusa. De hecho, España es ya el cuarto país europeo con mayor tasa de decesos de esta tipología en sus prisiones, por detrás de Rusia, Francia y Reino Unido, según muestra el último informe sobre las cárceles europeas Space I – 2021, elaborado por el Consejo de Europa.

En 2020, último año con datos completos, 62 personas se quitaron la vida mientras estaban privadas de libertad. De ellas, un 22,6% (14) se encontraba en prisión provisional, es decir, no habían sido condenados en firme.

Recuerda un estudio neozelandés que la prevalencia de alguna patología mental en cerca del 90% de la población cuya vida transcurre entre rejas. La ansiedad, el consumo de drogas, la depresión, los trastornos de personalidad y las tentativas de suicidio son algunos de los cuadros comunes.

Uno de cada siete reclusos, según otra revisión internacional publicada en The British Journal of Psychiatric, tiene depresión o psicosis.

Desafortunadamente, la literatura científica ha calculado que, en la cárcel, el riesgo de desarrollar un trastorno de salud mental puede ser hasta 16 veces mayor que en la calle. En España, por ejemplo, el riesgo de suicidio es ocho veces más alto.

Cada día se suicidan en España una media de once personas, o lo que es lo mismo, una cada dos horas y quince minutos. Así lo confirman los últimos datos de la Estadística de defunciones según la causa de muerte, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Primera causa de muerte no natural

Desafortunadamente, 2020 se convirtió en el año con más suicidios en la historia de España desde que se comenzaron a registrar en 1906. En total, 3.941 personas se quitaron la vida, lo que supone un incremento del 7,4% con respecto a 2019, es decir, 270 personas más que el año anterior. Un 74% fueron hombres (2.938) y un 26% mujeres. Estas últimas han superado por primera vez los 1.000 suicidios.

Los suicidios y lesiones autoinfligidas son la principal causa externa de muerte no natural, según el Observatorio del Suicidio en España 2020, perteneciente a la Fundación Española para la Prevención del Suicidio. En 2008, los decesos por suicidio superaron a los producidos por accidentes de tráfico y, más de una década después, casi los ha triplicado. Y no solo eso. Hay 13,6 muertes más por esta causa que por homicidios.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que existe un «vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales», especialmente con «la depresión y el consumo de drogas».

Y la pandemia ha tenido un efecto directo en la salud mental de los españoles y así ha quedado reflejado en la última Encuesta Europea de Salud en España, realizada por el INE. Así pues, se ha registrado un aumento de 3,3 puntos en el poco interés o alegría por hacer las cosas desde que el coronavirus llegó a nuestra vida. También ha subido 2,2 puntos la sensación de estar decaído o deprimido.

La otra realidad oculta

En el otro lado de la moneda está una realidad oculta que no queda reflejada en las estadísticas: los intentos de suicido. De hecho, cuando se habla de ellos, las estadísticas sólo registran las muertes. Pero esta realidad existe aunque suele permanecer en el anonimato la mayoría de las veces.

El Observatorio del Suicidio en España habla sobre algunos estudios epidemiológicos que han llegado a la conclusión de que la ideación suicida podría afectar a lo largo de la vida a «entre el 5% y el 10% de la población española». Esto significa que en un año podrían producirse alrededor de 80.000 intentos de suicidio en el territorio nacional.

Cómo evitarlo

Este triste panorama que se está destapando poco a poco ha conducido a la puesta en marcha de distintas iniciativas con el fin de prevenir el sucidio.

Una de ellas llega de la mano de Lundbeck que ha puesto en marcha, en redes sociales, la campaña #StopSuicidios, con el objetivo de involucrar a toda la sociedad en esta tarea.

En palabras de Cecília Borràs, psicóloga y presidenta de ‘Después del Suicidio -Asociación de Supervivientes’ (DSAS), «casi siempre es posible detectar señales de alarma de riesgo de suicidio, aunque no son identificables en todos los casos. Sucede como en la conducción, alguna vez nos saltaremos una señal porque estamos distraídos. Además, no estamos entrenados como sí lo estamos para conducir».

Desafortunadamente, la equidad a nivel de iniciativas públicas tiene fallos. La Plataforma Nacional para la Prevención del Suicidio en España reconoce: «en la actualidad no existe un plan de prevención del suicidio que lleven a cabo todas las comunidades autónomas de forma generalizada. Un estudio comparativo de los diferentes planes de prevención del suicidio señala que no todas las comunidades autónomas tienen previstas actividades preventivas dirigidas a la población en general; si bien todas incluyen las relacionadas con el sector sanitario».

Y recuerda: «Esta investigación ha sido llevada a cabo por el Grupo de Investigación en Cuidados (GRUPAC) de la Universidad de La Rioja, en colaboración con el Servicio Riojano de Salud, el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (GISOSS-CIBIR) y la Universidad Internacional de Valencia. Los resultados de este estudio reflejan que los planes de prevención del suicidio en España, así como sus objetivos y las medidas propuestas en su defecto, son similares en la mayoría de las comunidades autónomas, aunque con diferentes particularidades en las intervenciones propuestas por cada uno de ellos».

El estudio documenta, también, que la mayoría de las intervenciones se dirigen hacia los profesionales sanitarios, especialmente en el campo de la salud mental, así como hacia la población más vulnerable. Sin embargo, se observan otro tipo de medidas enfocadas a ámbitos clave como puede ser la sensibilización en escuelas o la formación de agentes sociales.