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Entender la inmunidad: qué significa fortalecer las defensas

"La ciencia muestra que nutrientes como la vitamina D, el Zinc o los betaglucanos participan en esta regulación del sistema inmune"

Nos encontramos en la época del año en la que aumenta la demanda de productos para fortalecer las defensas, coincidiendo con la llegada del frío, y el incremento de resfriados, gripes y otras infecciones. Sin embargo, es difícil conocer en su totalidad cómo funciona realmente el sistema inmunitario.

No se trata de imaginarlo como una única barrera sino como un conjunto de mecanismos que se activan según la amenaza. Existen dos tipos de inmunidad para hacer frente a virus, bacterias y otros agentes externos: la innata y adquirida.

La primera, la innata, es la defensa con la que nacemos. Incluye la piel, las mucosas y una serie de células como los macrófagos o las proteínas del complemento. Se caracteriza por ser una respuesta inmediata e inespecífica, que trata a todos los invasores de la misma forma y carece de memoria inmunológica. Incluye barreras físicas y químicas (como la piel y las mucosas) y células como los fagocitos (neutrófilos, macrófagos) que intentan destruir a los invasores. Un ejemplo reciente de su papel es el descubrimiento de las lectinas MBL, moléculas capaces de unirse a proteínas de ciertos virus e impedir su entrada en las células. Este mecanismo podría explicar por qué algunas personas se contagian menos o superan mejor una infección.

Cuando el organismo necesita una respuesta más específica, entra en acción la inmunidad adquirida o adaptativa. Es una defensa del organismo que se desarrolla a lo largo de la vida al enfrentarse a patógenos o sustancias extrañas (antígenos), ya sea por infección o vacunación y está mediada por linfocitos B y T. Los primeros producen anticuerpos; los segundos reconocen y destruyen células infectadas. Es una inmunidad «de memoria»: capaz de recordar al invasor y reaccionar con mayor eficacia la siguiente vez que se presenta.

Lo que es menos conocido es que alrededor del 70% de las células inmunitarias se encuentran en el intestino. Allí, la microbiota intestinal y la integridad de la mucosa juegan un papel clave. Mantener este equilibrio depende de factores tan cotidianos como la alimentación, el descanso, la actividad física y la exposición solar moderada.

En este contexto es donde toman importancia los llamados inmunonutrientes: componentes de los alimentos que, además de su función nutritiva, pueden ayudar a modular el sistema inmunitario. La ciencia muestra que nutrientes como la vitamina D, el Zinc o los betaglucanos participan en esta regulación del sistema inmune.

Entre los inmunonutrientes más estudiados se encuentra la vitamina D3, que actúa tanto como micronutriente como hormona. Además de su papel en el metabolismo óseo, participa en la regulación de las defensas al ayudar a mantener la integridad de la barrera intestinal y favorecer la activación de células del sistema inmune innato.

Por otro lado, destacan también los betaglucanos. Aunque su origen puede variar (hongos, algas, cereales o levaduras), los procedentes de levadura (saccharomyces cerevisiae) son los más estudiados por su capacidad de interactuar con receptores específicos de las células inmunitarias.

En este sentido, formulaciones como ImmunoVita, desarrollada por el laboratorio Vitae Health Innovation, incorporan betaglucanos caracterizados por su pureza y estandarización, elementos clave para garantizar una respuesta biológica óptima en el fortalecimiento de las defensas. Los estudios clínicos más recientes reconocen la contribución de los betaglucanos a la capacidad para modular la microbiota y estimular los fagocitos, células encargadas de eliminar microorganismos y toxinas. Actúan como una señal que despierta la vigilancia inmunitaria sin provocar una respuesta excesiva o desproporcionada del cuerpo.

Fortalecer la inmunidad no consiste en «activar» el sistema inmunitario para mantenerlo constantemente en alerta. De hecho, una activación continua puede ser contraproducente, ya que el sistema inmune está diseñado para responder y después volver a un estado de equilibrio.

En la actualidad, el verdadero objetivo es favorecer la inmunomodulación, es decir, la capacidad del organismo para ajustar su respuesta según la necesidad: reaccionar cuando hay una amenaza y recuperar la calma cuando ésta desaparece. En definitiva, fortalecer las defensas debería ser sinónimo de ayudar al sistema inmunitario a mantener su capacidad natural de regularse.

María Luisa Varela
Directora Técnica y de I+D+i en VITAE HEALTH INNOVATION