La crisis económica pone en peligro la dieta mediterránea
La crisis ha obligado a la mayoría de personas a apretarse un poco más el cinturón. Entre las cifras del paro, la reducción de sueldos y la pérdida de poder adquisitivo, no sólo se ha recortado en el ocio y vacaciones, también en la alimentación. Se nota a la hora de llenar la cesta de la compra. La delicada situación económica parece que se ha asentado en la vida de mucha gente, obligándole a modificar la mentalidad y los hábitos de consumo. En cualquier caso, cada uno debe establecer sus propias estrategias para ajustar el gasto y ahorrar lo máximo posible en el supermercado. Y es que en ocasiones no es suficiente con comparar las ofertas y promociones. En este artículo te explicamos como la crisis económica pone en peligro la dieta mediterránea.
Los españoles cada vez se alejan más del patrón de alimentación saludable que marca sobre todo la dieta mediterránea, acentuándose aún más esta tendencia a consecuencia de los problemas económicos. A lo largo de los últimos ejercicios se han realizado distintos estudios en torno a esta situación, y uno de ellos fue el que realizaron científicos de la Universidad italiana de Campobasso, en donde se analizaron los hábitos alimenticios de unas 13.000 personas.
La principal conclusión que se extrajo es que la recesión ejerció una influencia negativa en el modo de comer. Aunque existe el riesgo de que la dieta mediterránea, considerada una de las más sanas, vaya perdiendo adeptos, las personas con menos ingresos económicos son las que menos la siguen y tienen una mayor prevalencia a la obesidad.
Más fácil acceder a la comida basura
La calidad de la dieta se verá influenciada por la escasez de recursos económicos. Aquellos que presentan problemas monetarios suelen decantase por la comida basura, que es mucho más asequible y barata que los propios alimentos frescos y saludables que representan a la dieta mediterránea. Está claro que preparar un pescado blanco, una ensalada o unas verduras a la plancha nos llevará un poco más de tiempo y de inversión que si comprásemos una pizza o una hamburguesa en una cadena de comida rápida. No ocurre nada malo por alimentarse de esta manera de vez en cuando, pero nunca debe aparecer como una rutina.
A lo largo de toda la semana intentaremos comer un poco de todo, dos raciones de pescado, dos de carne (roja y blanca), hidratos de carbono, legumbres, vegetales y mucha fruta, al menos cinco raciones al día. Un día a la semana podemos saltarnos la dieta y comer algo que no sea tan saludable. Hay que saber mantener un equilibrio en todo momento.
Las carnes, pescados, frutas, hortalizas, aceite de oliva y otros alimentos componen la base de esta dieta tan conocida por todos. Lo importante es que haya un equilibrio, en donde se coma de manera variada y sana.
Los equipos de expertos aseguran que es preciso abrir un debate para que se garantice a todos los ciudadanos una alimentación sana, en donde todo gire en torno a la dieta mediterránea.
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