Alertan de la llegada de una plaga de oruga procesionaria que implica un riesgo para la salud
Un mínimo contacto con esta especie puede generar desde dermatitis a lesiones oculares, pasando por urticarias y reacciones alérgicas debido a la liberación de histamina
Oruga Procesionaria: características y hábitat
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La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) ha alertado de la llegada de una plaga de procesionaria del pino («Thaumetopoea pityocampa») a las ciudades, lo que supone «un riesgo para la salud de las personas», y sobre todo para niños y mascotas.
En este sentido, la asociación insiste en la importancia de que se lleven a cabo sistemáticas medidas de prevención que ayuden a minimizar los perjudiciales efectos de esta plaga. Así lo reclama el presidente de ANECPLA, Sergio Monge, quien señala que «con el progresivo aumento de las restricciones a nivel legal de los productos biocidas que se venían aplicando, tan solo ha quedado la endoterapia como único y más costoso tratamiento, que ha de ser aplicado siempre por profesionales especializados».
Según el presidente de ANECPLA, se trata de una técnica de control «muy efectiva y respetuosa» con el medio ambiente, pero cuyo alto coste supone «un factor limitante», sobre todo en el caso de grandes masas arbóreas». Las altas temperaturas y la escasez de lluvias, a consecuencia del cambio climático, están provocando además un adelanto progresivo de la bajada de estos insectos de sus nidos con los riesgos que este fenómeno conlleva.
Consecuencias graves
Para el director general de ANECPLA, Jorge Galván, «un mínimo contacto con esta especie puede generar desde dermatitis a lesiones oculares, pasando por urticarias y reacciones alérgicas e incluso la muerte en determinados casos».
«Ni siquiera es necesario el contacto directo con las orugas, tan solo con el roce de uno de sus pelos (los cuales lanzan como estrategia de defensa al sentirse amenazadas) es suficiente para provocar irritaciones y alergias, especialmente si éstos alcanzan los ojos», explica Galván.
Estos pelos se denominan «tricomas» y se calcula que cada individuo posee alrededor de 500.000, listos para ejercer de dardos envenenados en el momento en que sientan que se encuentran en peligro. «Un mínimo contacto con ellos puede generar desde dermatitis a lesiones oculares, pasando por urticarias y reacciones alérgicas debido a la liberación de histamina. En el caso de los animales de compañía, especialmente de los perros, este contacto puede llegar incluso a provocar un trágico final», alerta el director general de ANECPLA.
Peligro para niños y animales domésticos
A pesar de sus apenas 4 centímetros de longitud, la procesionaria tiene una enorme capacidad para generar daño a animales mucho mayores que ella. Debido a la elevada toxicidad de sus tricomas, estos insectos son extremadamente peligrosos, especialmente para los niños y los animales domésticos que, debido a la curiosidad que generan, pueden llegar a tocarlos con todos los riesgos que esto conlleva.
Es frecuente la presencia de plagas de este tipo de orugas en parques y jardines urbanos, donde es habitual la presencia de perros. Por eso, desde ANECPLA, alertan de la importancia de estar especialmente pendientes en estos contextos para evitar que, movidos por la curiosidad, los perros se acerquen, olisqueen o las toquen, ya que un mínimo contacto suele ocasionar al animal síntomas como la inflamación del hocico y la cabeza, picores intensos en las partes afectadas y abundante salivación. Si llegan a comérselas (lo cual no es extraño si previamente las han llegado a tocar con las patas y, debido a la picazón que les genera en ellas, se lamen), la ingestión del tóxico que lleva sus tricomas puede provocar la necrosis de lengua o garganta.