Opinión

Ya sabemos que eres un lacayo de Sánchez, pero al menos podías disimular, fiscal general

En una situación de normalidad institucional, la imagen que publica OKDIARIO no tendría mayor relevancia, pero en el contexto actual, con un Gobierno lanzado al asalto de las instituciones, el compadreo entre Pedro Sánchez, Begoña Gómez y Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado, en presencia de Francina Armengol, presidenta del Congreso de los Diputados, sirve perfectamente como retrato de una época en la que el Gobierno pretende hacerse con todos y cada uno de los poderes del Estado.

Que Álvaro García Ortiz no es más que un peón en la estrategia de Pedro Sánchez no es ninguna novedad, pero no deja de causar vergüenza ajena su impúdica exhibición de servilismo cuando, a requerimiento del jefe del Ejecutivo, ha corrido a rendirle pleitesía. A Sánchez y a Begoña Gómez, que cuenta con la arrobada entrega del Ministerio Público en la causa judicial en la que está imputada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Al fondo, Francina Armengol, que ha convertido el Congreso de los Diputados en el cortijo privado del socialcomunismo.

Todo ocurrió en el Salón de Columnas del Palacio Real, casi una metáfora perfecta de la España actual, con una izquierda persuadida en su plan de quiebra del régimen de 1978. O lo que es lo mismo: de demolición de la Monarquía constitucional que encarna el jefe del Estado, el Rey Felipe VI, ferozmente cuestionado por los socios de Pedro Sánchez. Está claro que el respeto a la figura del monarca, incluido un PSOE cada vez más distante, es nulo y que los actos de celebración de los diez años de su reinado han sido contestados por la izquierda y los separatistas con indisimuladas muestras de rechazo en un soberbio ejercicio de sectarismo. La imagen de la corte sanchista -Pedro, Begoña y Álvaro, con Francina de observadora- en animada conversación en el Palacio Real es todo un editorial gráfico de la España actual.