En Valencia, en España y donde toque
Juan Francisco Pérez Llorca, candidato del PP, pronunciará hoy el discurso de investidura que le catapultará, presumiblemente con el apoyo de Vox, a la presidencia de la Generalitat valenciana en sustitución de Carlos Mazón, abriendo así una nueva etapa tras un año marcado por la tragedia de la DANA y la ruin estrategia de una izquierda que ha utilizado de forma rastrera y con fines electorales la muerte de más de dos centenares de personas. El acuerdo entre PP y Vox está encarrilado, aunque no es descartable que los de Santiago Abascal fuercen una segunda votación, la definitiva, que se llevaría a cabo la mañana del próximo sábado.
Urge, en todo caso, abrir una nueva etapa en la Comunidad valenciana que sirva para aunar todas las energías en lo esencial: la recuperación de los territorios devastados. Hasta ahora, tristemente, no ha podido ser, porque el ruido político lo ha contaminado todo, hasta el recuerdo de los muertos.
Por supuesto, la izquierda centrará todos sus esfuerzos en denunciar el pacto PP-Vox con los manidos argumentos de siempre: que el acuerdo implica que el PP se echa en brazos de la extrema derecha y demás mantras al uso. Nada nuevo, por cierto, porque si algo ha demostrado el socialcomunismo en Valencia es que no tiene otra alternativa que instrumentalizar políticamente la tragedia.
El acuerdo que permitirá a Pérez Llorca ostentar la presidencia de la Generalitat valenciana hay que enmarcarlo dentro de la más absoluta lógica política que debe guiar a dos formaciones políticas con señas de identidad distintas, pero que comparten lo que, en estos momentos, resulta esencial: la necesidad de hacer frente al sanchismo y a la izquierda. Valencia no será un caso aislado, sino un nuevo laboratorio de pruebas para testar acuerdos de gobierno de más amplio espectro entre PP y VOX, incluido -por supuesto- el gran acuerdo nacional que ponga fin al Gobierno de Pedro Sánchez. Porque ya está bien de que algunos tibios centristas de salón sigan comprando el relato plomizo de la izquierda. ¿Un pacto PP-Vox? Claro que sí y donde haga falta. Porque no queda otra y es lo mejor para España.
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