Opinión

Tan tontos como malvados

Después de hacer el ridículo hasta rozar la ignominia declarativa con la liberación del preso político Leopoldo López, los dirigentes de Podemos se han esforzado al máximo por enfangar y dividir a los españoles en la conmemoración del vigésimo aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. El comportamiento que han tenido representantes del partido —y de sus marcas blancas— como Manuela Carmena, Ramón Espinar, José María González ‘Kichi’ o Pablo Echenique ha sido vergonzoso. Los amigos de Otegi odian al concejal de Ermua asesinado por ETA porque simboliza todo lo que ellos detestan: unidad, tolerancia, valor… DEMOCRACIA. Todos ellos, con Iglesias moviendo los hilos de la escena desde la sombra, son incapaces de respetar al que piensa distinto. Se trata de la maldad del tonto: hacen lo posible por destruir y denigrar aquello que no se adapta a su populismo totalitario. 

Por eso apoyan a los agresores de Alsasua pero son incapaces de reconocer el imponderable valor de un hombre que perdió la vida defendiendo la libertad y los principios democráticos en el País Vasco. No obstante, en este particular machacan sobre hierro fierro. Pocas cosas hay más unánimes en España que el respeto y la defensa de las víctimas del terrorismo. Más aún si tiene que ver con Miguel Ángel Blanco, un auténtico símbolo. De hecho, él es el gran representante de todas esas víctimas que perdieron su vida por dejar un país mejor y más unido. La estrategia de los morados a lo largo de estas tres últimas jornadas les va a salir muy cara tanto a nivel de imagen como de número de votos. Sucede cuando se mezcla la carencia de habilidad estratégica con la mezquindad ética. Carmena ya ha tenido la primera prueba de su error durante la mañana de este miércoles. 

Decenas de personas han pitado su presencia en uno de los actos conmemorativos por la memoria del que fuera edil de Ermua de 1995 a 1997. Además, las víctimas de ETA se han dirigido a la alcaldesa para recordarle que «todos fuimos Miguel Ángel» y desmontar así la excusa de que homenajear al vizcaíno era ignorar al resto de los afectados por la lacra del terror. Es una pena que, por culpa de unos cuantos necios, lo que hace 20 años unió a toda la España democrática ahora haya sido motivo de controversia y show. Así está el panorama político español con la aparición de esa «nueva» pero muy vieja política. Tampoco se entiende el comportamiento de ciertos sectores del Partido Socialista —por ejemplo en Lasarte— incapaces, como sí hicieron entonces, de reconocer el legado y el sacrificio de Blanco. Pedro Sánchez debe tomar medidas para que su formación no acabe imbuida por el modus operandi del partido político con más inmundicia moral de nuestro país: Podemos.