Opinión

El Ministerio de Justicia hasta aplaudió el mayor bodrio legal de la democracia

¿Saben ustedes las recomendaciones o advertencias que el Ministerio de Justicia hizo en su informe final a la ley del sólo sí es sí del Ministerio de Igualdad de Irene Montero, esa norma que ha permitido que cerca de 250 agresores sexuales hayan visto reducidas sus penas o salido de prisión? Ninguna. Bueno, sí, una recomendación fundamental: una mera cuestión formal, consistente en la necesidad de volver a enumerar una serie de apartados. Eso es todo. De lo sustancial, nada. O sea, que se les pasó por alto, de manera clamorosa, el riesgo de que la norma podría provocar una reducción sustancial de penas. Es más: el informe de Justicia celebra que «se elimine la distinción entre agresión y abuso sexual, considerándose agresiones sexuales todas aquellas conductas que atenten contra la libertad sexual sin el consentimiento de la otra persona, cumpliendo así España con las obligaciones asumidas desde que ratificó el Convenio de Estambul en 2014».

Dicho de otro modo: Justicia aplaude la norma del sólo si es sí sin caer en la cuenta de que lo que estaba en sus manos era un bodrio legislativo de consecuencias funestas. Para colmo, el informe se emitió bajo el mandato de Juan Carlos Campo, hoy magistrado en el Tribunal Constitucional a propuesta del Gobierno. Campo ha solicitado abstenerse en el recurso contra esta ley, al formar parte del Ejecutivo durante su tramitación. No se le ha caído la cara de vergüenza. Lo mismo que le ocurrió a Justicia, le ocurrió a otros departamentos ministeriales. Ninguno cayó en la cuenta de lo que podía pasar y el bodrio legislativo llegó a la mesa del Consejo de Ministros para que Pedro Sánchez le diera el visto bueno y luego sacara pecho por los avances de la norma. Ahora, calla. Como callan sus ministros, mientras cada día nuevos agresores sexuales se ven beneficiados por una norma de consecuencias irreversibles. Esta es la historia de una ley que pasó de mano en mano sin que nadie, absolutamente nadie, reparara en lo que estaba por venir.