Opinión

Silencio cómplice del socialcomunismo «feminazi» tras los insultos machistas a Ayuso

Si alguien del PP o de Vox se hubiera dirigido a una diputada de la extrema izquierda de la Asamblea de Madrid en los términos en los que se dirigió a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, el portavoz de Más Madrid, Pablo Gómez Perpinyá, a estas horas se sucederían las manifestaciones feministas y en el Ministerio de Igualdad luciría una pancarta con el rostro del cafre derechista colgado de una soga. Pero como quien dijo (refiriéndose a Ayuso) que «no se puede pretender que  un Rottweiler se ponga un bozal» fue un parlamentario de esa extrema izquierda que presume de defender los derechos de la mujer, el despreciable insulto machista no merecerá el reproche del socialcomunismo ni de sus terminales mediáticas.

«Creo que en algún momento ha pecado de cierta ingenuidad, con invitaciones al diálogo que han quedado archivadas en el buzón de Ayuso. Nosotros saludamos que haya un partido dispuesto a dialogar y nosotros vamos a tender la mano y participar de ese diálogo, pero no se puede pretender que un Rotweiler, como es el caso de la presidenta, se ponga un bozal», dijo textualmente Perpinyà en relación a la invitación al diálogo lanzada por el socialista Ángel Gabilondo.
¿Dónde está el socialcomunismo? ¿Dónde están las feminazis? ¿Dónde la izquierda que se echó a las calles el 8-M? ¿Dónde está Irene Montero y su cuadrilla? La respuesta es sencilla: calladas, escondidas en su caverna sectaria. Ni una palabra, ni un gesto de desaprobación hacia el grimoso machismo del diputado de Más Madrid, que no ha rectificado.
Es la prueba del nueve de que el feminismo que defienden no es más que ejercicio retórico, un instrumento de combate. Son tan falsos que ya ni disimulan. En las terminales mediáticas de la izquierda, el asunto se ha silenciado. Ni hablar del caso. Si hubiera sido un diputado del PP o de Vox, habrían emitido programas especiales. Qué falsos sois. Qué asco.